1. La mili


    Fecha: 19/06/2018, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    "¡Lo llevas claro chaval! No sabes la mili que te espera." De todo lo aprendido y de todo olvidado, este es el primer recuerdo que viene a mí cuando vuelvo a aquellos años. Ha llovido desde entonces, pero su recuerdo sigue sobresaltándome con el mismo poder del rayo. Igual que éste, aquella recomendación venía vestida de amenaza, y era este vestido el único que captaba tu atención y tu miedo. De la miseria y esperanza de aquellos años, aquel tiempo lo veo como un nuevo parto, como un nacimiento tardío, pero igual de doloroso, y que llega cuando uno cree que ya lo sabe todo. Pero para esa alba, tenía que llegar antes el olvido de lo que uno había aprendido a lo largo de todos esos abriles; y tras ese vacío la violenta luz se colaba a golpe de tambor arañando profundamente tu sentir, para hacer hueco a un universo íntimo y profundamente detallado que abarcaba un campo enorme de ritos, valores, códigos morales, que delimitaban cada paso, cada segundo de la vida que allí perdías. En ese galimatías, donde los objetos sufrían las mismas condenas que las personas, equiparándose el tratamiento y la consideración que a ambos se tenía entre esas cuatro paredes que la gloria había dejado huérfanas, por mucho oropel de mierda patriotera con que se vistieran, era una cárcel de doce meses; ni un día menos, aunque puede que unos días más, pues los calabozos estaban a la orden del día. Esa gloria soberbia y hueca se expresaba en gritos terminantes dictados con un nuevo lenguaje, venía ...
    ... empapado de una autoridad de siglos columpiándose al abrigo dictatorial que profesaban. Aquellos gritos se sucedían a una velocidad de vértigo, acelerando a su alrededor una vida hecha para el vacío, pues eso era la mili: llenar el vacío. Sin embargo, pronto aprendías que éste no se daba por vencido y poco a poco iba conquistando el espacio que le era propio dentro de aquella paradójica organización. La mili era un motor a dos tiempos. El primero determinado por la premura de un campamento donde el tiempo se sucedía a golpe de metralleta, creando la vana ilusión de que se agotaría con la gran cantidad de cosas que había que hacer; después llegaba el segundo, aquí la nada lo llenaba todo y ni el toque de diana era capaz de desviarte un milímetro del escaqueo en el que habías entrado para reinar. Para algo eras el veterano, para algo tenías el mejor hachís, para algo pronto serías abuelo... y un montón de memeces más, con las que comenzabas a escudarte de ese orden, del que contabas los días que faltaban para huir y olvidar. Leí no hace mucho que las gallinas también gozan de cierta organización social. Situadas en sus palos, el gallo caga por encima de todas ellas, y así en una implacable y misteriosa disposición, cada una defeca sobre su inferior, hasta que esa procesión continua termina encharcando de mierda a las pobres parias que malviven al ras. Cuando lo leí, no hallé metáfora más perfecta para describir la prepotente jerarquía que holgazanea tras los sólidos muros ...
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