1. La mili


    Fecha: 19/06/2018, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... cuartelarios, ajenas a cualquier control y empapadas en una legitimidad que el paso de los años aún cuestiona. Pero sobre esta mancha negra y espesa, que el recuerdo evita remover, hay otros colores que me reconcilian con aquellos años. Estoy en pelota, con mi cuerpo de diecinueve años. Estoy musculado, pues en mi estupidez me he estado mamando un montón de gimnasio. Quiero ir cachas a la mili y lo he conseguido. Mi polla esta dura y tengo que follar una peseta que me espera seca sobre la litera. Intento seguir la coña y lo cierto es que estoy erotizado. Algunos de mis compañeros de quinta están en cueros y verlos me la pone dura. También me gusta que no dejen de mirarme, que miren como el gallego se folla a ese hijo de puta ferrolano. Entre embestida y embestida observo con detenimiento qué ojos arden al verme de este modo. Tengo un rabo guapo, de la misma altura que mi edad y que se yergue sobre unos cojones achicados y llenos de vello formando en su unidad un mismo cuerpo. Mi pija comienza a babear dándole brillo a mi acampanado capullo. Noto que en sus miradas no hay pasión, sólo miedo. Sigo follando a la peseta, mientras escucho las burlas de esos veteranos de mierda; pero hay uno que no sólo sonríe. Él no tiene miedo, en su rostro no hay venganza por toda la mierda que ha comido, tampoco se distingue ningún asomo de burla o curiosidad: él tiene pasión; y su único miedo es esconderla. Así que follo para él. Quiero que vea mi leche, quiero que vea lo que gana el puto ...
    ... Franco, que me mira desde la moneda hacia la derecha, para que sepa lo que ese cabo puede perder sino espabila. El miedo que se alojaba en mis huevos ya no está. Me la pajeo frenéticamente. Los comentarios jocosos enmudecen. Todo está en silencio. Todo ese corro de maricones hijos de la gran puta mira para ver hasta dónde voy a llegar. Mi mano se desliza por el tronco de mi pene a gatillazos rápidos, como los de una metralleta. Me importa un nabo que me miren, quiero que ese cabo vea mi leche, quiero que la envidie, quiero que me la pida. Distingo, a las puertas del orgasmo, su paquete. Desde mi ceguera, brilla. Tiene cuerpo, color y calor. Los huevos se me achican y ese conocido cosquilleo comienza su danza. Me convulsiono como una puta. No es la primera vez que me pajeo delante de alguien; pero sí es la primera vez que ese alguien es desconocido y no terminamos follando como locos. Esa circunstancia y el hecho de desear con todas mis fuerzas al cabrón que no deja de mirarme con lascivia, hacen que galope en uno de los orgasmos más bestias que me dio mi juventud. Los trallazos de leche salpican a ese hijo de puta impasible que me mira desde su cárcel de cobre. La carrera continúa y los siguientes siguientes, cuando ya domino mi cuerpo, los dirijo a ese grupo de veteranos que protestan y esquivan mi virilidad; sólo el cabo está hipnotizado. Sé que lo voy a follar. Es cuestión de tiempo; pero tengo claro que ese macho me chupará la pinga, como que me llamo Matías Castro. Han ...
«1234...24»