1. La mili


    Fecha: 19/06/2018, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... pasado dos semanas. Ya no he follado más pesetas, aunque si me he pajeado abundantemente pensando en ese macho. Ya sé un poco más. Es zamorano, de plena capital. Tiene un nombre que en ese momento se me antoja precioso: Ángel Salcedo; aunque todos lo conocen por "Chuski", sin que sepa aún la razón. Dejó de ir a putas por unas ladillas; pero se cuentan historias asombrosas de su masculinidad. Eso me calienta más, pues sé que estoy tratando con una maricona que es puto macho. He tratado de entrarle, pero el cabrón me evita. Con buenas maneras pero me evita. Es una prueba que para mi lujuria no pasa desapercibida. Así que por la noche, en la ruidosa litera acompaño ese coro que producen los muelles de todo el pabellón. Aunque hablo de tal o cual tía; lo cierto es que me la sudan. Sólo pienso en él. Tiene una cara esculpida como a hachazos, de una fortaleza que amilana. Sin embargo, cuando sonríe esa dureza se suaviza hasta convertir en arrebatador su bello rostro. Unos ojos oscuros y recónditos desnudan todo lo que miran hasta que terminas hundido en la profundidad de su mirada. Todo acentúa su masculinidad. Su metro ochenta reforzado con ese atajo de músculos que lo distingue; su porte marcial que subraya toda la parafernalia de la que nos rodean en ese tiempo. Todo en él huele a macho, a un macho bravío y agreste; seco como la piedra, duro como el acero, pero tierno como el cielo, pues así lo ve mi corazón cuando mi pinga no se mete por en medio a calibrar el espécimen que ...
    ... le espera. Toda esta coraza es tan palmaria que pocos se atreven a hacerle sombra. No inspira temor, inspira resolución. Uno sabe, pues así lo presiente, que él que se cruce en su camino tendrá todas las posibilidades de no contarlo, pues es un hombre que ataja en los desenlaces hasta lograr hacerlos suyos y moldearlos a su gusto y forma. Se aproxima el primer permiso. Estamos como perros antes de salir de caza: olisqueando ya la libertad del campo sin parar de mover el rabo. La conversación ha variado; aunque seguimos hablando de lo hijos de la gran puta que son, ahora intercalamos estas verdades con las infinitas juergas, borracheras y polvos que nos vamos a largar una vez que crucemos la puerta. Yo no digo ni que sí ni que no. No paro de comerme el tarro pensando en cómo lograr que ese Ángel descanse en mi cielo. Fantaseo todo el rato. No para de empitonarme salvajemente partiéndome el culo, de mamármela y mamársela, de follarlo hasta que diga "basta", de besarle esa cara y que su lengua se enrede con la mía, de comerlo, de que me coma. Creo que me paso el día follando con él, y así me paso el día con la bandera alzada. Cuando me quito el calzoncillo una gran mancha de presemen señala la calentura. En ocasiones estoy tan empapado que recojo ese fruto como si fuera un ovillo de lana, y un hilo elástico y suave, insípido pero sabroso, se enreda entre mis dedos antes de que mi boca los engulla. Cuando me descapullo unas secreciones blancas, como avanzadilla guerrillera de mi ...
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