1. La mili


    Fecha: 19/06/2018, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... del paraíso. Era una pensión cojonuda, llevada por un ovetense que sólo tenía ojos para su mujer a la que no perdía de vista, pues tenía el convencimiento de que se la pegaba a la mínima de cambio. Esa obsesión hacía que poco o nada se preocupara por los visitantes de aquella gruta infecta, pues sólo el dinero y su mujer lo movían, así que una vez pagada la habitación, la paz estaba asegurada. Subimos el desconchado tramo de escaleras para meternos, tras pasar unas cortinas roídas y sucias, en un pasillo umbrío lleno de puertas. Una de éstas era la nuestra. No podía distinguir muy bien su rostro, pero el mío ardía. A esas alturas tenía el firme convencimiento de que no abandonaríamos esa habitación sin habernos follado bien. Claro que aún quedaba un pequeño tramo de representación para entrar en el meollo del drama que nos unía, pero la dureza de nuestras pichas indicaba que aquella figuración duraría lo que un suspiro. - - No tiene duchas, pero te puedes cambiar igual –dije al entrar- La ducha creo que es una de las puertas del pasillo. - - No está nada mal; esperaba otra cosa –dijo inspeccionando todo con serenidad mientras se dirigía hacia la cama y se sentaba como si fuese un trono, y con la voz de rey continuo dictando- ¡Acércate, follapelas! El valor con el que ardía mi deseo se desvaneció ante esa orden cargada de rotundidad. Aunque desde que tenía uso de razón, y pija para jugar, siempre había estado en el mismo bando, intuía que lo que había aprendido de poco iba a ...
    ... servir estando con un hombre escrito en mayúsculas. Al acercarme me tomó entre sus manos, y con la seguridad de un terreno ya conquistado me sentó en su regazo. - - ¿Era esto lo qué buscabas? Yo ni respondí a la pregunta. Estaba turbado. Ahora que lo tenía allí, todo me parecía demasiado grande para mí. ¡Dios, lo deseaba tanto que lo temía! - - ¿No dices nada? Mi silencio se arrulló en mi rubor. No sabía qué decir pues en mi cuerpo había como una tormenta que desechaba cualquier hilo de pensamiento. Él buscó la respuesta en mis labios, y aquella cara esculpida, con la belleza de las veinte primaveras, se acercó a mis labios que se abrieron como una tímida flor a los suyos. Fue un beso breve, pero intenso. El solo contacto con sus labios, la ternura que en ellos depositó, hizo que la pasión que sentía tomase un rumbo más sereno, pues así obraba él con las cosas que le gustaban. - - Veo que sí era eso lo que buscabas –sentenció sonriendo con complicidad, mientras me abrazaba-. Te lo dije en el taxi, hay un montón de cosas que se pueden conseguir si te lo propones. ¿No dices nada? - - No sé qué decir –respondí murmurando. - - No hará falta decir mucho. Creo que sobran las palabras, ¿no te parece? - - ¡Dios, sí! Él sonrió ante esta salida que reflejaba el mismo estado de ánimo que uno puede sentir tras pasar una dura prueba. - - Tranquilo. Ya te dije que tenemos toda la tarde, aunque creo que se nos pasará como un suspiro –dijo besándome en la mejilla para tranquilizarme. - - Creo ...
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