el día que mi esposa gozó que la violaran.
Fecha: 29/06/2018,
Categorías:
Dominación
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
No siempre una historia de esas que a algunos le aparece muy sensual, se da de una forma planeada. Existen momentos de la vida que lo llevan a uno a vivir lo que nunca se imaginó vivir y para bien o para mal, uno tiene que decidir en la marcha, si lo va a disfrutar o lo va a sufrir. Eso, pues porque como seres humanos, estamos sujetos a los acontecimientos caóticos de la vida misma y aunque queramos o no, no podemos sustraernos de la realidad. Teníamos mucho tiempo de estar planeando ese viaje, mi mujer estaba muy contenta, pues era el primer viaje en muchos años, desde la luna de miel para ser exactos, que teníamos la oportunidad de salir los dos solos. Por supuesto, con eso de la crianza de los hijos, el trabajo, las carreras y todo eso que presupone el dirigir y administrar un hogar, nos era imposible. Pero siempre existía en nosotros la ilusión de salir de la ciudad y empezar una nueva vida lejos de todo el ajetreo que la vida nos imponía. Los muchachos ya eran unos jóvenes adultos, que aunque todavía gustaban de la compañía de sus viejos, realmente no nos necesitaba como cuando chicos. Así que cuando nuestro hijo pequeño, entro al tercer año de su carrera universitaria y encontró aquel trabajo, decidimos hacer nuestro sueño realidad. Nos trasladaríamos al campo, a unos quinientos kilómetros de la ciudad, a una pequeña granja de más o menos una hectárea, en la que nuestros sueños, esperábamos, se hicieran realidad. El viaje empezó mucho más tarde de lo planeado, pues eso ...
... de cargar aquel camión de tres toneladas, con las cosas que aún nos hacían falta, fue un poco más tardado de lo que imaginé. El viaje que en mi mente estaba planeado para salir a las cinco de la mañana, empezó para ser exactos, cuatro horas más tarde. Pero con todo, nuestro ánimo no decaía y comenzamos el viaje con gran optimismo. Era un viaje, que si todo salía a lo planeado, nos tomaría unas ocho horas. Cuando llevábamos unas cuatro horas de marcha, las tripas me hacían un ruido infernal en la panza, así que le propuse a mi mujer, pasar a comer en el primer lugar que encontráramos. Un pequeño restaurante, de esos donde los choferes de camión pasan a descansar un poco, hablar, comer y ver mujeres, no porque fuera uno de esos lugares donde las mujeres son el negocio, sino porque siempre hay meseras, cocineras o mujeres que llegan a comer allí. En el parqueo del comedor, habían varios camiones con ganado, pues dicho sea de pasa, la zona esa es ganadera. Encontramos un espacio para estacionar, en medio de dos camiones con ganado y bajamos de nuestro vehículo. Como el clima era muy cálido, estábamos vestidos con ropas livianas, yo con unos pantalones de lona azul y una playera blanca y calzado con unos caites de cuero y mi mujer, con un vestido corto de algodón blanco, pero como no encontró sus zapatos tenis, se puso los tacones que encontró en la primer maleta que abrió, total, era peor salir descalza y no llevaba sostén, pues eso le producía más calor. Realmente, no se notaba ...