el día que mi esposa gozó que la violaran.
Fecha: 29/06/2018,
Categorías:
Dominación
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... bajado el vestido hasta la cintura, dejando sus pechos al aire. Los vehículos que venían en sentido contrario, iluminaban con sus faroles el interior del camión, pero nadie notaba que fuera desnuda, pues pasan tan rápido que no les daba tiempo de analizar lo que sucedía dentro de aquella cabina del camión. Llegamos a un cruce de caminos, donde dejábamos la carretera principal y tomábamos la que nos llevaría a nuestra granja y ella iba super caliente. Ya casi estaba para tener un orgasmo, cuando de repente, tuve que frenar de emergencia. En un tramo solitario del camino, tres camiones, estaban estacionados en plena curva. Mi esposa casi se cae de su asiento, pero se pudo detener con el tablero de la cabina. Sin entender aun que sucedía, los dos solo nos vimos y unas linternas iluminaron el interior de la cabina y mi mujer trató en vano de cubrirse los pechos. Una voz fuerte dijo desde afuera, --¡Te dije que tenías unas piernas bien buenas…pero veo que las chiches las tenés sabrosas también!-- dijo riéndose a carcajadas y dirigiéndose a mi dijo –a vos te dije que tu mujer está rica y ahora nos vamos a quitar la duda-- ¡¡jajajajajajaj!! Se reían los tres. --¡Pues ni crean que se les va a ser fácil!-- les dije y de un salto, caí sobre el empistolado que me hablo en el restaurante. Él quiso sacar su pistola, pero de una patada se la quite de la mano y empecé a patearlo tan duro, que vi como uno de sus dientes salió disparado por el aire, seguido de un escupitajo con sangre y ...
... babas. Luego de las patadas empecé a darle de puñetazos, tan fuertes que me sangraban los nudillos y cada trompada, sentía que se me iban a quebrar las manos, de pronto…¡nada!, se me apago el cine y cuando desperté, me tenían amarrado a la llanta delantera de mi camión. Me dolía todo y no era para menos, pues ya inconsciente, esos cobardes me habían golpeado como quisieron y si no me mataron habrá sido porque querían que viera lo que le hacían a mi mujer. A mi esposa la tenía uno de los tres, quien le había amarrado las manos a la carrocería del caminó y la tenia de cara a la carrocería, dándose el un banquete con su espalda y sus nalgas. Le acariciaba la espalda, solo como unos roces leves y mi esposa se arqueaba, tratando de evitar aquellas manos en su piel. Todavía tenía el vestido a medio cuerpo, sus pechos al aire se remecían con el vaivén de su cuerpo y las nalgas cubiertas por el vestido, deleitaban las manos de aquel infeliz, que las metía entre su vestido, con una mano y con la otra le acariciaba la espalda. Se veía el rechazo de mi mujer a las caricias de aquel pervertido y se veía en él, el gozo que sentía, al tocarle sus carnes. Fue arrimando su cuerpo a sus nalgas y como ella estaba inclinada, por la forma como la tenían amarrada, exponía todo su trasero, que estaba cubierto precariamente, por aquel diminuto vestido. La tomó de las caderas y se recostó sobre su espalda y le hablaba al oído, no sé qué cosa. El tipo se bajo el pantalón y empezó a penetrar a mi mujer, en ...