1. Desafío de galaxias (capitulo 61)


    Fecha: 11/07/2018, Categorías: Grandes Series, Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos

    ... oficiales que se ocupaban de su seguridad. —¡No es mío! Es de Anahis… y no te rías. —A la orden mi señora, —respondió saludando militarmente con la mano libre; con la otra, sostenía una caja de madera, un cofre bellamente decorado con relieves mandorianos. —¿Qué es eso? —preguntó señalando el cofre. —Es un regalo para usted de su equipo de escoltas mi señora, —respondió entregando el cofre. —¡Oh! Muchas gracias, Driss, de verdad, pero no deberíais haberos molestado —exclamó Marisol visiblemente emocionada. Abrió el cobre y se quedó desconcertada cuándo vio la piedra que había dentro—. Es una piedra muy… bonita. ¿De que te ríes? —preguntó viendo como Anahis se partía de la risa. —De lo boba que eres. —No mi señora, déjeme explicarlo, por favor, —intervino Driss riendo también—. El otro día, cuándo visitó el anfiteatro, nos fijamos cuándo señalo el muro donde afirmó que se había apoyado la Princesa Súm. Varios de los muchachos, regresamos más tarde y buscamos restos de ADN de la Princesa, y los encontramos. —¿Está piedra tiene restos del ADN de la Princesa? —Más que eso, esas manchas oscuras son de su sangre. —Pero, ¿cómo es posible? —Recuerda, que después de los combates contra ...
    ... los monstruos, —intervino Anahis— Matilda, destruyo el anfiteatro. No se ha vuelto a utilizar desde entonces. —Y según los estudios que hemos realizado, en ese muro nunca da el sol. —Muchas gracias Driss, mañana lo haré extensivo al resto del equipo, —y diciendo esto, cerro el cobre, paso el brazo por los hombros de la teniente y la dio dos besos. Driss abandonó el camarote mientras Marisol se sentaba en el sofá con el cofre sobre las piernas; lo abrió, y con la yema de los dedos acarició con devoción la piedra. —Sabía que te iba a gustar. —¿Lo sabias? —Sí, Driss me lo comento: quería saber si era apropiado. La dije que sí, por supuesto. Y después, llame a mi padre y le dije lo que habían descubierto. —¿Y que dijo? Habrá «flipao». —¡Ya te digo! Ha enviado a un grupo de arqueólogos para que se lleven ese trozo del muro y todo lo que encuentren, para el museo de la Princesa. —¡Joder! Si no hay más, que se quede con está piedra… —Tranquila, que hay bastante, —la interrumpió sonriendo, y añadió—: te sienta bien el rosa. —¡No fastidies! —Sí, te voy a regalar un camisón «tipo imperio» de los que usaban las concubinas en tiempos de la corte imperial. —¡No jodas! ¿Cómo eran? —Transparentes. 
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