Atracción y Desviación
Fecha: 21/07/2018,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... cuello. Ella dijo “Por favor no. Ivan, somos madre e hijo” Pero no me detuve y ella no intentó detenerme. “Lo siento mamá, no puedo detenerme. Deseo esto desde hace mucho.” Y le di un beso en la boca, recorriendo con mis manos su espalda y sus pechos. Abrí el sleeping, cogí un trozo de chocolate el cual puse en mi boca y le di otro beso pasándoselo a ella. Mientras saboreaba el dulce mi mano recorría las finas hebras de sus bellos púbicos llegando hasta su clítoris el cual empecé a masajear en forma circular, luego metí dos dedos haciendo gozar a mi mamá. Se recostó y se abrió de piernas, apoyando sus pies en el suelo y las rodillas flexionadas. Posición perfecta para un conilingüis, mientras con mi mano me quité la truza. Mi madre suspiraba, bufaba, pidiendo más: “¡Más Ivan! ¡Qué rico! ¡cómeme!”. Mientras un hilo de saliva con chocolate se deslizaba por la comisura de sus labios. Al ver mi erección con mi pene en la mano como un sable listo para empalar. Mi mamá dijo que no con su boca, mientras sus fluidos vaginales salían de su chocho. Entonces se la clavé. Mi mamá arqueó la espalda y cerró los ojos mientras me apretaba la espalda con sus manos. Se lo metía enérgicamente, con una velocidad constante. Mi mamá estaba como loca, gritaba y gemía mientras me besaba el pecho y el cuello. La volteé de espaldas y le hice la pose del misionero. Ella puso los dedos en su concha mojada y guió mi pene a su mojada cueva. Pude sentir como se corría: “¡Ha pasado tanto tiempo! ¡tu pene ...
... es más grande y lo haces mucho mejor que tu papá! Lo quiero todo adentro, destrózame la vagina!” y otras cosas por el estilo. Luego su cuerpo cayó y trataba de recuperar la respiración. Sin darle tiempo para recuperarse del orgasmo, ya que yo aún no me había corrido, la recosté de costado y se clavé rápido. La respiración de ambos se tornó muy agitada. Luego ella me colocó con la espalda en el suelo, mi pinga parecía un mástil, se sentó en mi tranca y empezó a masajear su raja mientras su espalda estaba pegada a mi pecho. Fue hermoso, madre e hijo gozando de lo prohibido. Fue ahí donde me corrí. Litros de leche inundaban las entrañas. Descansamos un momento, para luego colocarla boca abajo. Clavándosela en la posición del misionero, mientras le susurraba: “Te amo mamá, siempre lo he hecho. Te cuidaré y protegeré por siempre.” Embistiéndola hasta hacerle llegar al paraíso de otro orgasmo. A la mañana siguiente, me levanté temprano para buscar agua para lavarnos. Mi madre me dio las gracias, pero dijo “fue un error. Que no vuelva a repetirse.” Yo me molesté y la encaré diciendo: “Dime si no te gustó” Ella sólo bajó los ojos y con la mirada en el suelo dijo “Somos madre e hijo, esto no debe ser. Hagamos como si no hubiera pasado, me ha gustado pero…”. No completó la frase. Nos lavamos y cambiamos. Subimos al auto y nadie dijo nada en el trayecto de regreso.. Mi madre miraba el paisaje, taciturna. Aunque tenía una gran sonrisa en la cara ¿en qué estaría pensando? De seguro en ...