La profe de inglés
Fecha: 24/07/2018,
Categorías:
Confesiones
Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos
Tomé una suplencia en un colegio privado del gran Buenos Aires, cuyo nombre no revelaré para preservar la identidad de los involucrados en este relato. El director me advirtió que aquel sexto año tenía algunos alumnos conflictivos, pero que no dude en hablar con él si algo se me iba de las manos. No era fácil darles inglés a 35 pibes distraídos, indisciplinados y con padres adinerados. Además yo tenía 29 años, poca experiencia y una cola demasiado llamativa para los varones exaltados de aquel curso. Ya el primer día recibí chiflidos, piropos y gestos obscenos de casi todos. Aunque también me llamó la atención que dos chicas me miren la cola con tanto entusiasmo. El aula era más bien pequeña, y cada vez que pasaba banco por banco a corregirles trabajos o traducciones, sentía los ojos de esos púberes en mi cola como gotas de agua helada. Pronto, algunos se atrevieron a rozar mis nalgas con lapiceras, o directamente con un dedo mientras yo escribía en el pizarrón. No me ponía incómoda. Por el contrario! Eso alimentaba mi autoestima y me hacía sentir deseada como nunca. Pero debía poner límites. El tema es que, cuando intenté hacerlo, por poco me violan entre todos. Cosas como: ¡mamita, quiero chuparte las tetas, dale, agarrame la pija, sacame la leche, cómo te la doy toda guacha!, resonaban por lo bajo en las bocas de esos mocosos, creyendo que no los oía. Pronto empecé a ver cómo Mateo y Santiago, dos primos facheritos y muy charlatanes molestaban todo el tiempo a Sabrina, ...
... una rubia tetona que siempre se sentaba en la primera fila. Todos decían que era la chupamedias de los profes, pero conmigo no le hacía falta porque cumplía con todo lo que le encomendaba. También supe que Ana y Maribel firmaron dos veces el acta de disiplina por besarse con alevosía en el patio, que Juan tiene problemas con la cocaína, que Andrés es hijo de un juez, que Matías es oveso y que, el resto dentro de todo no presentan mayores problemas. Una mañana, mientras le corregía a Sabrina, la oí murmurar: ¡qué rica estás gatita! Sentí un hormigueo desconocido en mi barriga, pero no le di importancia. Ese mismo día la reté por insultar a los primos que, al parecer le habían dibujado algo grosero en una hoja. A la semana, la misma mocosa me tocó la cola, y esta vez no tuve más opción que decirle que era una desubicada. Pero la semana siguiente fue la revelación para todos los ratones de mi mente. Si bien tengo novio, y con él cogemos cada vez que nos vemos, últimamente me entregaba a sus placeres, y pensaba en las tetas de Sabri, en los ojos de los calenturientos del fondo, en los primitos acosando a sus compañeras, en los bultos erectos que pude vislumbrar bajo los pupitres y en el olor a hormonas disueltas que inundaba el aula. Aquel jueves le pedí a Santiago que me traiga un café y tizas de preceptoría. A los dos minutos Sabri me pidió permiso para ir al baño, y aunque se lo negué, en principio la dejé ir porque me amenazó con hacerse pis en la silla, y no quería más ...