1. PARAISO PARA TRES


    Fecha: 27/07/2018, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... una tarde en la que regresaba a casa antes de tiempo porque el taller de pintura al que acudía los jueves de cuatro a ocho se había suspendido por una inoportuna fuga de agua. Al llegar a casa, pensando en el proyecto de cuadro que estaba materializando, no saludé como solía hacer a mis hijos. Cerré la puerta y por lo visto apenas hice ruido, pues nadie en la casa se apercibió de ello. Me dirigí al salón esperando encontrar a alguno de mis hijos, pues la luz estaba encendida, y no vi a nadie. Iba a regañarles pues saben que me molesta que dejen las luces encendidas innecesariamente. Seguramente sería mi hija, que es la más inconsciente, aunque últimamente su carácter había sufrido una transformación tan sorprendente como positiva. Me encaminé a su habitación. Por la rendija de la puerta entornada salía la tenue luz de su mesita de noche. Iba a abrir la boca proyectando el reproche que había construido en mi mente cuando un sonido extraño me hizo parar en seco. ¿Qué era aquello? Parecían gemidos y no eran precisamente de sufrimiento. Lo primero que pensé era que mi hija se debía estar masturbando, creyéndose sola en casa, y que tal vez se había confiado y no había tenido la previsión de cerrar completamente la puerta. Sonreí comprensiva. A fin de cuentas era hija mía y de su padre. No era extraño que hubiese heredado de nosotros la fogosidad y, al igual que yo hacía en la soledad de mi habitación, necesitaba desahogarse quizás con más frecuencia de lo que yo había imaginado. ...
    ... Pensé que tal vez debería tener una charla con ella. La charla que nunca había tenido sobre el tema y hablarle de los vibradores. Quizás con ellos mi hija encontrase la manera de evitar otras formas de satisfacción que pudiesen tener consecuencias peores, en forma de enfermedades de transmisión sexual, puesto que el tema del embarazo estaba absolutamente descartado por su tratamiento de anticonceptivos. Pensé en alguna manera de pasar desapercibida en aquel momento y no hacer evidente que había sorprendido a mi hija en aquel trance. Finalmente decidí seguir hasta mi habitación y cambiarme de ropa silenciosamente. Cuando mi hija saliese de la suya y se diese cuenta de mi presencia, fingiría no haber visto ni escuchado nada. Recuerdo ahora que en aquel momento la placentera actividad de mi hija me sugirió imitarla aquella misma noche. Al pasar frente a su habitación no pude evitar echar una mirada de curiosidad para ver cómo se masturbaba. ¿Lo haría a la manera clásica? ¿Utilizaría algún instrumento? La sonrisa de picardía se me heló en los labios cuando vi que mi hija no estaba sola. Alguien la cabalgaba frenético mientras ella mirándole a los ojos le susurraba dulces palabras de amor. La sorpresa inicial dio paso a la estupefacción cuando reconocí el torso y la cabeza del hombre que hacía morir de placer a mi querida Silvia y que no era otro que su hermano, mi hijo Jonás. No recuerdo el tiempo que permanecí inmóvil contemplando aquella escena mientras ellos ajenos al mundo ...
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