1. A Ramón


    Fecha: 08/08/2018, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    A Ramón. Él, único hombre capaz de penetrar en mí, todo el tiempo... Los inicios... Nuestra infancia era tierna, jugueteando en la finca de mis padres, ubicada en el perímetro rural de la ciudad, a escasos 8 años y 12 mi primo, no nos importaba mas que jugar, dormir y comer. Él, mucho mas aventajado que yo, había venido un fin de semana a ayudarme con las lecciones del colegio y a enseñarme otras cosas más. Después de un día de estudio las tardes eran concedidas para jugar y en esa vez crepuscular, estando en mi alcoba, mi primito decidió enseñarme un nuevo juego – "el perro y la perra". Dijo – Mientras se situaba detrás mío y abrazándome, pegó su pecho a mis espaldas iniciando un suave bamboleo con sus caderas pegadas a mi trasero, con la espontaneidad propia de los niños y la precocidad de la adolescencia. Mientras, acariciaba mi pecho, mi espalda, mi abdomen y mis piernas, por todas partes. Como no encontrara resistencia procedió a desabrochar mis pantalones y mi camisa, de los cuales me despojó sin dificultades; después quitó mis interiores, siempre detrás de mí y acariciándome suavemente. Me llevó a la cama y me indicó adoptara la posición de la "perra" ya que él sería el "perro". Las caricias me habían gustado, por lo que el jueguito me pareció delicioso, así que me dejé hacer. Él estaba ahora masajeando mis nalgas y acariciando mi espalda, despertando unos deliciosos escalofríos en todo mi cuerpo. Manteniendo mi posición separó mis rodillas y dijo que no me preocupara, ...
    ... que apenas el juego estaba comenzando – ¿Te gusta? Preguntó – A lo que yo asentí con varios movimientos de cabeza. Entonces escupió en su mano y sobó por entre la raja de mis nalgas deteniéndose en mi lampiño culito; luego se quitó toda la ropa y escupió en su pene, se situó detrás mío nuevamente y colocó la caliente cabeza de su pene en el ya lubricado orificio. Lo hundió sin problemas, sus caderas recostaron contra mis nalgas y yo sentí escalofríos más intensos aún – ¿que tal? Inquirió – manteniéndose pegado a mí. – delicioso... asentí – Empezó a moverse, a entrar y salir, ajustado, su pene era largo y moderado, caliente, sus bolas lampiñas llegaban a hundirse entre mis nalguitas suaves y tersas, mientras él me sujetaba por las caderas. La luces del crepúsculo entraban por la ventana y él se oscilaba dentro de mí a su antojo, sin que yo opusiese resistencia alguna, por el contrario, estaba quieto, relajado y disfrutando aquel grato juego que mi primito me estaba enseñando. De pronto él suspiró, retiró su pene tirando unas gotas de una baba blanca y caliente, lo volvió a hundir entre gemidos y lo dejó ahí quitecito, palpitando – ya se acabó el juego. Dijo – En ese momento llegaron sus padres a llevárselo a su residencia, lo llamaron y él se puso rápidamente su ropa y se fue sin decir nada más. Después se mudaron a la capital y por un largo tiempo no supe más de mi primo. El retorno... Contaba yo con 14 años cuando me enteré de la buena nueva, él regresaría después de 6 años ...
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