A Ramón
Fecha: 08/08/2018,
Categorías:
Confesiones
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... mi faringe, mi nariz aplastada contra la espesa y enmarañada pelambre de sus genitales y al mirarlo pude ver de nuevo esa blanca sonrisa y sus ojos brillantes de sadismo, que paradójicamente me complacían en extremo. Me tuvo así varios minutos y cuando ya el aire me faltaba me soltó, devolviéndose su falo al medio ambiente con un sonoro chasquido y en medio de una convulsiva tos mía que a él le produjo risas más sonoras. Luego empezó a darme órdenes puesto que yo no tenía pericia en las lides que pretendía β Chúpale la cabeza, suave y después fuerte... β Obedecí por espacio de 5 minutos β Lámelo de arriba abajo, por encima, por debajo y por los lados... β Acaté la indicación por un periodo similar β Ahora lame y chupa las bolas... β Procedí a hacerlo con vehemencia β ¡Trágatelo todo! β Lo hice tal como lo pidió y no medió más indicación por un periodo cercano a los 30 minutos β ¡Ahora hazlo todo de nuevo! β entonces tomé la iniciativa, lo sujeté por las caderas y repetí todo el ciclo, tal como él me lo había ordenado, alternando vehemencia con suavidad, el pene producía chasquidos sonoros con mis chupeteos, mientras él se retorcía, gemía y reía placenteramente. Pronto llegó al límite, descargando un largo chorro de una baba dulzona y manchosa, en mi paladar y lengua, al sacarlo para ver que era, varios chorros amarillentos cayeron en mi rostro, entonces el ordenó β ¡Trágatela! β y sujetándome de nuevo por el cabello, introdujo la enorme y caliente verga, que había alcanzado ...
... un tamaño descomunal, hasta el fondo de mi garganta donde continuó escupiendo su contenido y palpitando, mientras él jadeaba, mugía, pujaba y se contorsionaba. Lo sacó y bruscamente me agarró del brazo, levantándome con desespero β¡Vuelve a ser la "perra! Ordenó β Me le ofrecí en el borde de la cama, en cuatro "patas", las rodillas bien separadas y con la cola bien levantada exponiendo todo mi desflorado culito a la acción vandálica de mi primo. Hacía pocos momentos la introducción de la verga, gruesa, rugosa y caliente, había provocado en mi el dolor más desesperante, entremezclado con la máxima sensación de placer que hubiera podido conocer, ahora tendría que soportar otra vez ese dolor, pero, por el gusto que me provocaba bien valía la pena. La barra se introdujo en mi ano ajustadamente, estaba un poco flácida lo cual facilitó la acción al principio, pero al instante recuperó su potencia y volvió a ser rígida como un riel, entonces empezó mi sacrificio; Él se meneaba apresuradamente entrando y saliendo en todas las direcciones, casi que con violencia, lo sacaba completamente y lo blandía en el aire cual una espada que se iba a clavar con suma precisión en mi dolorido hueco, una y otra vez, al entrar el primer cuarto de la exagerada longitud de su miembro, la sensación era de felicidad pero al adentrarse hasta la base del mismo, su grosor se ensanchaba rasgando mi pequeño esfínter. Tomé la leche que aún escurría en mi cara y de mi boca y con mi mano agarré el aparato y se la ...