A Ramón
Fecha: 08/08/2018,
Categorías:
Confesiones
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... de larga ausencia, a pasar las vacaciones de verano a nuestra finca. Llegó en compañía de sus padres, mi primo estaba ahora alto y fornido, a sus 18 años, mientras que yo, aunque había crecido, mantenía mi esbelto e impúber cuerpo; después de los abrazos, saludos de bienvenida y el descanso requerido después del viaje, él, nuestros padres y yo, salimos al patio a jugar baloncesto y por la noche las dos parejas adultas saldrían a la ciudad a divertirse. El juego fue calenturiento, en distintos equipos cada que podía mi primo frotaba sus caderas contra mi trasero, cuestión que en otras circunstancias habría sido normal, pero sólo él y yo lo sabíamos en que consistía el juego; Cuando lo hacía sentía el crecido bulto restregarse contra mí, como recordándome cosas e invitándome. Después del deporte, durante la cena no fue menos insinuante, el manjar era pollo guisado y él discretamente pasó a mi plato la presa que yo mas apetecía, el pescuezo, que saboreé ante sus ojos con gusto. La suerte estaba echada, pronto saldrían los adultos y nos dejarían solos, no sin recomendar a mi primo, todos los cuidados pertinentes para con la casa y en especial para conmigo. Él cuidaría de manera especial de mí. Subieron al vehículo y marcharon... El ambiente quedó en suspenso y decidimos mirar la televisión en coloquial conversación, queriendo disimular la ansiedad que nos perturbaba. Rato mas tarde ordenó, a eso de las 8:00 p.m. según las indicaciones que le habían sido impartidas – Ya es la ...
... hora de "dormir". Insinuando con una sonrisa pícara – Subimos a la recamara mía, la que con el tiempo no había cambiado mucho, sólo que ahora por la ventana entraban los rayos de la luna llena, a diferencia de la tarde aquella en que invadían el cuarto las luces crepusculares; Yo marchaba adelante, sintiendo atrás la presencia imponente de mi primito. Cuando entramos encendí las luces y me apoyé en la ventana para "observar la noche", él en cambio cuando entró apagó las luces que yo había encendido y se dirigió a mí, recostándose todo contra mi espalda, abrazándome por la cintura y acariciándome todo, susurró a mi oído con voz entrecortada – Quieres ser la "perra" otra vez – La respuesta no se hizo esperar y fue suficiente un – uujuumh... sí – La ropa voló no se sabe dónde, él se mantenía pegado a mi espalda y ahora acariciaba mis costados y mis nalgas, mientras que yo tocaba sus caderas y sentía una barra desconocida recostada a mi trasero; la tomé entre mis manos y me sorprendió como se había transformado en un grueso y largo cilindro al que mis dedos no alcanzaban a rodear, con una espesa pelambre en su base y en los testículos; Mi corazón empezó a latir apresuradamente. Me llevó a la cama a la posición de la "perra", la cual adopté con las piernas bien abiertas, recordando aquella primera vez. La saliva sirvió otra vez como lubricante, ahora específicamente en el orificio que a él le interesaba, pronto sentí la porra tremenda posarse ahí, húmeda, palpitante y caliente, ahora ...