1. Coincidencias


    Fecha: 04/10/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos

    ... contrario, masajeé aquel par de maravillas, no deberías llevar sujetador en casa que no puedo sentirlas completamente, susurré lamiéndole el lóbulo de la oreja, mientras mi pubis se aferraba a su trasero. -Estate quieto –repitió, pero ocupadas las manos con el pan y el cuchillo para untar, su cuerpo respondió moviéndose, aumentando la fricción. Le bajé el vestido para que sus pechos asomaran, aún cubiertos por el sostén. –Estate quieto, ¿estás loco? –protestó sin convicción, pero mi respuesta fue liberarlos para sobarlos sin compasión, pellizcándole ambos pezones. Suspiró sin dejar de protestar, pero bastó que le musitara quiero follarte aquí y ahora, para que apoyara ambas manos en la mesa, parara un poco más el culo y respondiera jadeando: -¿A qué esperas? Hazlo rápido. Se corrió en menos de un minuto, desbocada, sin dejar de mirar hacia la puerta de la cocina. Yo tardé un poco más pero no lo suficiente para que llegara por segunda vez. Estamos completamente locos, fue su sentencia, mientras se acomodaba la ropa y salía con el bocadillo hacia el comedor. Lo repetimos unas cuantas veces, ahora me recibía sin sujetador, actuando incluso al filo de la navaja. De nuevo en la cocina, de nuevo Iván en el comedor, de nuevo sobándonos como adolescentes, hasta que Maite se arrodilló para chupármela. La había agarrado de la cola de caballo cuando el crío se asomó a la puerta. Su madre emitió un leve chillido, amortiguado por la barra que la enmudecía, cuando Iván me preguntó por ...
    ... ella. La isla central de la estancia la protegía, lo suficientemente alta para que a mí me llegara a medio estómago, así que no le permití descuidar su juguete. -Ha ido al lavabo, Iván, creo que le ha sentado un poco mal la merienda. Dale un momento que ya viene. -Fui capaz de soltar la parrafada sin despeinarme, manteniendo quieta la cintura pero obligando a su madre a reanudar el vaivén de su cuello. El niño me miró extrañado, ya que la había visto entrar en la cocina, pero más aún por haberle caído mal una comida que no había tomado. Así me lo hizo saber, creo que mamá no ha merendado. –Lo estaba haciendo hasta que ha tenido que ir al baño. Dame dos minutos que te traigo un vaso de leche y preparo otro para tu madre. Vale, fue toda la respuesta que obtuvimos mientras Maite sorbía como nunca la había visto hacerlo, suspirando, boqueando, hasta que descargué. Por segunda vez en nuestra corta relación, me derramaba en su garganta, por segunda vez en su vida, se bebía toda la leche. ¡Qué pasada! exclamé con las piernas temblando. ¡Estamos locos! respondió falsamente indignada, con aquel brillo en los ojos que hacía unos días había detectado que la delataban. Hasta el verano este fue nuestro modus operandi. Las tardes de martes nos encerrábamos en el ático, mientras nos convocábamos por SMS para un bocado rápido. Follamos en el terrado del edificio, en su rellano con el niño dentro del piso, en la cocina unas cuantas veces, incluso en el parque, en unos probadores o en los baños de ...
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