1. Coincidencias


    Fecha: 04/10/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos

    ... oía. –Te aprecio mucho, muchísimo, y lo que hemos vivido estos meses ha sido de lo más bonito que me ha ocurrido nunca, pero debes comprender que no puede ser, no podemos vivir así para siempre. -Lo sé –bajé la mirada. Afortunadamente, la canción acabó en ese momento, por lo que me solté cruzando nuestras miradas por última vez. O eso pensaba. Era tarde. Los invitados habían comenzado a desfilar pero no había forma humana de arrancar a mi madre del espectáculo. La tarde tocaba a su fin, así que mi padre y yo salimos al jardín a estirar un poco las piernas. Me confesó que estaba un poco borracho, así que me tocaría a mí conducir. Entré para ir al lavabo mientras mi progenitor anunciaba que iba a buscar a su mujer que irnos. Le creí por lo que a sus intenciones se refería, pero dudé que lograra su objetivo. No se lo dije. Saliendo del baño me la encontré de frente. Sonreí, más por cortesía que por felicidad, sin detenerme. Ella también esbozó un gesto educado pero sí se detuvo. Me detuvo, tomándome del brazo, en un gesto muy típico que ahora me incomodaba. La miré interrogativamente. Su respuesta fue tirar de mí hacia el fondo del pasillo. Empujó la puerta del final a la derecha, nos colamos en una pequeña habitación que le habían ofrecido como vestuario, allí estaba una bolsa con ropa para que se cambiara, se apoyó contra la puerta impidiéndome escapar y me miró felina. No tuve tiempo de preguntar qué hacemos aquí. Me rodeó el cuello con los brazos tirando de mi cuerpo hacia ...
    ... ella para besarme con pasión. Tardé en reaccionar, sorprendido a la vez que confuso. Necesito despedirme de ti, fue toda la explicación que recibí, apremiándome con la mirada, atacándome de nuevo con sus voraces labios. Correspondí. Yo también arremetí contra aquel conocido cuerpo, mojando sus labios, buscando su lengua, tomándola de las caderas, aferrándome a sus nalgas. Entonces sus manos soltaron mi nuca para bajar colándose dentro del vestido, arrastrando el tanga para dejarlo caer en el suelo, levantando la falda para mostrarme su liberado sexo. Colé los dedos. Estaba empapada. Suspiraba levantando la cabeza, mirando al cielo con los ojos cerrados. Me agaché, como había hecho otras veces, degustando el manjar, comiéndome el postre de la celebración. Tenía las rodillas dobladas hacia adelante tratando de ampliar la apertura de las piernas mientras sus manos aguantaban la falda, hasta que se corrió, intensamente, como solía, con aquellos chillidos que nunca he olvidado. Empujó mi cabeza apartándome, sin soltar el vestido, penetrándome con la mirada, ofreciéndome su flor. Me incorporé, me desabroché el pantalón, saqué mi pene, durísimo, apunté pero no logré mancillarla hasta que ella intervino, tomándolo con la mano y encajándolo en su madriguera. Era la primera vez que lo hacíamos de pie, cara a cara. Sus piernas me rodearon, sus brazos se agarraron a mi espalda con fuerza, pero tuve que apoyarla en la puerta para no caernos. Sentimentalmente hicimos el amor. Yo quería a ...