La piba
Fecha: 25/08/2018,
Categorías:
Confesiones
Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos
Cierta vez estuve obsesionada con las actividades lúdicas. Jugaba a todo tipo de juegos de PC, de casino, de calle. Simplemente pensaba en cómo obtener cada vez más de ese exquisito éxito. Me dejaba guiar por todo lo que ocurría en ese mundo, sin siquiera detenerme a pensar en lo que sucedía. Creo que hoy me doy cuenta de que ni lo disfrutaba. Pero siempre volvía a inmiscuirme en esa burbuja que me llamaba con una serie de cosas que hoy solo domino en un mundo narco. Así es, soy una diler moderna. Me manejo con clientes muy específicos, solo recomendados por un cliente anterior, ya que muchas veces en mis encuentros con ellos incluyen algo de sexo. Hoy tengo 35 años y pude dejar atrás ese mundo de juego sobornable, atrayente, inmejorable y hasta atontable, porque en cuanto entraba a mi PC, lo único en lo que pensaba era en ver a esa gente virtual que tan bien me caía. Por un lado existían porque yo lo permitía, y por otro porque estaba sola. No quería salir de mi casa, y era mucho más fácil hacer eso que enfrentarse a un mundo real lleno de conflictos, frlicidad neta y demencial. A medida que fui creciendo y viendo que ese mundo me traía aún más soledad, comencé a salir aunque no del mejor modo, porque estaba hecha bosta psicológica y físicamente. Había excedido mi peso a puntos límites y me sentía más chiquita que la pulga del gato de mi vecino. Por mi autoestima, claro, porque el espejo del comedor de casa me recordaba que estaba hecha una vaca. Empecé a llamar a gente ...
... con la que en algún momento me había llevado bien, como para recobrar amistades. Algunos me cortaron el teléfono, y otros ni se acordaban de mi voz. Por suerte hubo personas que no me cortaron, y hasta se extrañaron de que aún los evocara. De a poco recuperé una media vida. Mitad del culo quería seguir en la PC, y la otra arrastraba a la anterior queriendo hacerle entender que si se movía podía lograr algo que hacía años que no albergaba en mis sentimientos. Así que como nueva, dejé el pucho, el alcohol, los chocolates y empecé a desintoxicarme de jueguitos. Un día uno de los pibes del barrio me ofreció que vendiéramos faso, ya que como yo fumaba conocía a unas gentes que consumían. Le dije que sí. Por qué no?, si al final no trabajaba y no estudiaba. Lo mejor que podía hacer era algo. Arranqué a vender en un lugar medio cheto. Era como un centro comercial de un barrio con guita. La impronta era un logo que llevaba cocido en la pierna, que era como un arlequín. Así la gente sabría que vendía, algo pero vendía. Algunos caretas se me acercaban preguntando si traía de la buena, y yo decía que ese venía desde las 8 de la night. Así que me compraban un fasito o dos para esperar locos la mercadería. Mi compañero de ventas de llama Rodrigo y es copado. Solo que de vez en cuando me quiere hacer tomar merca para tocarme las tetas, porque lo caché un día mirándomelas como un baboso y no se me fue más la idea de que cuando me termine drogando me va a coger. Yo vendía los martes y jueves ...