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La partida de trivial
Fecha: 25/09/2018, Categorías: Grandes Series, BDSM Autor: GabrielledelD, Fuente: CuentoRelatos
... partida. Mi martirizado cuerpo ya lo deseaba ¿Cuál sería la prueba final? Hice la pregunta entre gimoteos: - Deportes.- ¿Qué jugador de fútbol marcó un gol con el puño en México 86? A quedó un rato mirando mi cara llorosa haciendo pucheros. - Maradona. - ¿Qué me vas a hacer ahora? Fue mi respuesta afirmativa. - Voy a seguir hurgando en tu interior y convirtiendo tus fantasmas en realidad. A fin de cuentas todo esto lo deseabas de una forma u otra. Voy a atarte en ese pilar. Nos levantamos ambas. Tomó unas cuerdas que aparecieron por allí sin yo darme cuenta. - ¡Ven! La seguí sumisamente. Llegamos al pilar de madera situado en el centro de la estancia. Pasó mis brazos por detrás y ató mis muñecas. Apenas podía sostenerme en pie. Se plantó frente a mí, levantándome la barbilla, y mirándome a los ojos me dijo con voz muy suave: - Volvamos a Laurita; tu primera experiencia ¿Quedó algo por hacer, no? Algo que te estremeció y que te provocó muchas fantasías y muchas braguitas pringadas ¿Te acuerdas? Me lo dijiste y confesaste que mientras lo estabas contando las estabas mojando de nuevo ¡Haz memoria! Las lágrimas por lo que iba a padecer me impedían decirlo. Me acordaba. Claro que me acordaba. - ¿No te acuerdas? Por supuesto que sí. Ahora mismo estás atada como él. Él estaba en un árbol. Tú en un poste de madera. A él, a San Sebastián lo asaetearon con flechas. A Inés la ensartarán unos dardos. Sales ganando, no te matarán. Feli se dio la vuelta para buscar el juego de dianas. ...
... Cerré los ojos y agaché la cabeza. Mi llanto era inconsolable. Mis piernas flojearon ¡Dios mío, porque locura estoy pasando! Mi hermana se puso a tres metros frente a mí: Si no levantas la cabeza puedo fallar y darte en la cara. La levanté todo lo que pude y miré hacia el techo. Sentí un dolor punzante en mi muslo derecho. Pasaron unos segundos. Me alcanzó otro dardo en mi vientre. Otro en uno de mis senos. Otra vez el lacerante dolor en mi abdomen. En mi pubis. Me desmayé. Desperté en mi cuarto, desnuda en la cama, dolorida y con los ojos escocidos y llorosos. Varias tiritas se pegaban a mi cuerpo. Había claras huellas de betadine en mis pezones. Estaba amaneciendo. Me levanté y me duché largamente, como si quisiera sacar de mi piel una pátina infame. Hice el equipaje. Al bajar vi una nota en el espejo del vestíbulo. Era de Felisa: “Tuve que salir anoche a una urgencia. Tienes café en el termo. No creo que volvamos a vernos en un tiempo. Algún día me agradecerás lo ocurrido Te quiere, tu hermana Feli” Salí de inmediato rompiendo la nota en mil pedazos. Durante las seis largas horas que me restaban hasta Valencia, mientras conducía de vuelta a casa reflexioné una y mil veces sobre lo ocurrido. Odiaba a mi hermana por lo que había hecho, pero todavía me odiaba mas a mi misma por mi pasividad. Me comporté como una sumisa, como una esclava. Pasé por todo sin rechistar y con ganas. Padecí lo inimaginable, y lo peor es que, inundada de deseo, no experimenté placer alguno. Tardé mucho ...