1. Heil mama (Cap. 6)


    Fecha: 18/02/2019, Categorías: Incesto Anal Autor: DocJoliday, Fuente: CuentoRelatos

    ... cinco minutos consigue vaciar mis grandes huevos y se traga sin rechistar hasta la última gota de leche espesa y caliente...” Sentí sus uñas clavadas en los muslos. Consiguió librarse de mi presa y se apartó, tosiendo y con saliva goteando por su barbilla. —¡Joder... No seas bestia! Se había maquillado, y las lágrimas que rodaban por sus mejillas eran oscuras. Esa mañana me había dicho que quería que la hiciese gritar, y yo tenía ganas de hacer gritar a alguien. Tal vez así no escuchase esa maldita voz en mi cabeza. Sin mediar palabra, la empujé contra el respaldo del sofá, obligándola a inclinar la mitad del cuerpo hacia adelante, las piernas rectas y sus perfectas nalgas levantadas. Le bajé el tanga hasta los tobillos y apunté mi polla embadurnada en espesa saliva hacia su prieto ojete. En cuanto se dio cuenta de lo que me proponía, pataleó e intentó darme manotazos, cosa difícil en esa postura. Me bastaba una mano para mantenerla bajo control. —¡Ni se te ocurra! ¡Para ahora mismo! —gritaba. Le encantaba el sexo anal, pero no estaba preparada y el grosor de mi ariete era considerable. Le iba a doler, y ambos lo sabíamos. Me miró por encima de su hombro, girando el cuello tanto como le permitía su postura. Nos miramos a los ojos y se dio cuenta de que no estaba jugando. Sentí su miedo, y eso me gustó. Azoté unas cuantas veces con mi polla sus firmes nalgas y el valle que se formaba entre ambas, una franja de piel más pálida y sensible, suave y bien depilada, donde su ano ...
    ... destacaba como una extraña flor que se acobardaba y apretaba sus pliegues con cada uno de mis golpes. —¡Paco, lo digo en serio! ¡No lo hagas! Agarré bien sus nalgas, separando los cachetes, y empujé despacio. Tenía el ojete tan apretado que mi polla se dobló, a pesar de lo dura que estaba, y resbaló hacia arriba. Lo intenté de nuevo, esta vez usando la mano para mantenerla recta, mi capullo grueso y rosado venció la resistencia del tenso esfínter. Empujé y se la clavé casi entera. Ella gritó, me insultó y gritó más fuerte cuando la saqué y volví a meterla. Le azoté las nalgas con fuerza, varias veces cada una, hasta dejar mis dedos marcados en la piel tersa de mi tía. Taladré su culo sin contemplaciones, gruñendo como un animal. Ella pataleaba, sentí un par de veces sus tacones golpear mis piernas. Tenía las manos aferradas al sofá y sus lágrimas manchaban la tapicería, de un color verde claro. Con cada una de mis brutales embestidas todo su cuerpo se retorcía, pero la tenía bien agarrada por las caderas y no podía liberarse. Al cabo de un rato dejó de chillar, solo sollozaba y murmuraba de vez en cuando una súplica o una amenaza. Eso no me servía. Tenía que escucharla gritar o esa maldita voz volvería a mi cabeza. Con la verga embutida dentro de su cuerpo, le agarré la coleta y la obligué a levantar el cuerpo hacia atrás. Como esperaba, soltó un largo chillido, seguido de otros más cortos cuando aceleré el ritmo de mis estocadas. Acerqué mi cara a la suya y lamí una de sus ...
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