1. Grata y negra sorpresa


    Fecha: 03/08/2019, Categorías: Sexo Interracial Autor: zenete, Fuente: RelatosEróticos

    ... corrí tres veces por lo menos y el cuerpo me pedía más. Pasaron unos días y fantaseaba con él. No dejaba de imaginar cómo sería el sexo, qué haría, posturas, de qué modo me follaría o le gustaría tenerme mientras me metía su polla hasta el fondo… Hasta que un día me llegó un mensaje. Me citaba en una dirección para “charlar y tomar una copa, sin compromiso…” Era todo un macho dominante y sabía atraer a las hembras. Se arrimaba, dejaba su sello y luego era la mojada dama la que acudía buscando al semental. Dudé mucho en proseguir con aquello, no sabía qué hacer ni cómo reaccionar ante su ofrecimiento. Finalmente, y tras un par de días deliberando, acepté su ofrecimiento pero esta vez iba decidida a pararlo todo y dejar claro que no era una fulana hambrienta de rabo, Llegué a la dirección y pensaba que sería un bar, pero resulta que se trataba de un bloque de pisos. Dudé. Ensimismada en darme la vuelta y acabar con aquella situación escuché que me llamaban desde un balcón. Era él y con la mano me invitaba a subir. Accedí. Subí hasta un segundo piso. Era amplio, decorado con gusto y a los cinco minutos estaba sentada en un sofá con una copa servida delante. Le pedí hablar para explicarme y dejar claro cuál había sido el auténtico fin de mi visita. A la tercera frase entrecortada por los nervios acariciaba mi cara con una de sus manos y me besaba con un ardor frenético. Nuestras lenguas se enroscaban de forma viciosa, saboreaba su saliva, sus gruesos labios mojados por la mía, ...
    ... pero me dejé caer hacia atrás y ahí me di cuenta que iba a ser follada por aquel poderoso hombre. Desabrochó mi camisa, sus manos volaban sobre mis tetas, pellizcaba mis pezones, tomaba posesión de ellos con su boca y los envolvía haciendo que gimiera como una perrita en celo. Le ayudé a quitarse su camisa y pude (por fin) acariciar aquel poderoso torso de macho, un pectoral cuidado de gimnasio y unos brazos como bloques de piedra. Dos minutos más tarde estaba desnuda, estirada en el sofá y con las piernas abiertas mientras su cabeza se metía entre mis piernas. Su lengua era un ciclón en mi coño, rebuscaba entre mis labios, chapoteaba con mi flujo, entraba y salía de mi vagina y aprisionaba mi botón con rudeza. No podía para de gemir y gritar mientras me corría salvajemente sobre su boca. Sin apenas retirar su boca de mi coño introdujo uno de sus dedos en él. Lo dejaba dentro unos instantes, salía, volvía a entrar, todo muy cadencioso y acompasado. Dios, qué placer sentía en mi encharcado chochito. Pero volvió a poner su lengua sobre mi clítoris sin sacar su dedo de mi interior. Ahora me acariciaba doblemente. Jamás me habían sometido a tal sufrimiento, y bendito sufrimiento. Un minuto después descargaba sobre su boca mientras mis manos empujaban su cara contra mi ardiente coño. No podía más. Tenía hambre, quería follármelo, sentirlo que me pegase la follada de mi vida. Su pantalón mostraba una tremenda erección. Se puso de pie y sentada en el sofá frente a él lo acerqué para ...