1. Adictas al Embarazo 2


    Fecha: 22/10/2019, Categorías: Incesto Tus Relatos Autor: Sombra, Fuente: RelatosEroticos-Gratis

    ... toda su carga láctea en esa boquita de zorra lechera que tanto le hacía disfrutar.
    
    En veces anteriores la llegaba a guardar en su boca, la saboreaba lo suficiente y la vertía sobre una taza, para luego agregarle un sabroso café o su preferida, leche de vaca. Podía diferenciarla de la de Leo por su espesor y color. Hervía por dentro de solo ir por la cocina, haciendo, hablando y bebiendo su mezcla láctea enfrente de su hija, quien ignoraba la delicia de desayuno que ella podía darse a expensas suyas. Mientras ella alimentaba a su hijo, ella podía alimentarse de su nieto.
    
    Rocío se descorchó, su rostro completamente rojo y  casi sin aire era la visión perfecta para él. Todavía con su glande podía recoger las gotas escurridizas que podían escapar o que ya no podían ingresar a la boca de su linda y tierna abuela y llevarlas a las comisuras de los labios para que ella con su lengua pudiera aprehenderlas y reclamarlas como premio a tan exhaustivo amor. Enteramente satisfecha y feliz se erguía y bamboleante llegaba hasta una silla, se sentaba y lo llamaba para que ella pudiera seguir pasando su desinflada pija sobre su cara.
    
    Sostenía con el pulgar y el índice y hacía como si de lápiz labial se tratara pasando el glande por los labios, depositando las últimas gotas seminales sobre estos y humectándolos. Pequeños besos y visitas fugaces de sus otros dedos a su pucha llevaban líquidos panocheros a su pinga que le refrescaban y revivían.
    
    Ella al ver que volvía a la acción se ...
    ... levantaba y sin dejar de coger esa vara caliente, se inclinaba sobre la mesa y paseaba el glande por entre la piel de sus nalgas y la parte alta de sus muslos, lo obligaba a pararse de puntas para que se apoyara en su espalda y pudiera subir y bajar ese pistón por el canal que hacía de línea divisoria a sus carnosas nalgas. Finalmente, ya sintiéndolo duro por completo, lo llevaba a su agujerito trasero y se empalaba sola, saboreando la entrada de carne y la semilla que aún guardaba en su gruta lingual.
    
    El movimiento empezó lento y profundo, su garganta resbalaba la carga blanca para llevarla a su cruel destino.
    Los gemidos imparables surgieron y ni la mano de su nieto pudieron apagarlos por completo. Los jugos de ella anteriormente depositados en esa roja pieza de placer hacían fácil la penetración anal, el tamaño de la dilatación alcanzado por ella era bastante, pues cada vez sería más importante no molestar los aposentos de su bebé tan violentamente como a ella le gustaba disfrutar.
    
    Las embestidas aumentaron, el ritmo se volvió endemoniado, él tuvo que despegarla de la mesa para que no fuera a golpear su vientre contra ella y dañar al bebé. Los pies de Rocío se resbalaban en el piso por el charco de flujo y su aliento con olor a semen podía olerse ya en la cocina por la fuerza con la que exhalaba.
    
    Los dos se vinieron, primero ella e instantes después él al sentir los músculos anales apretándole al entrar en ella. Se salió más por inercia al trastabillar, dejando ...
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