1. Ilustrísima señora


    Fecha: 01/03/2018, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... merece: por el coño" Y volvió a embestirla con tres fuertes sacudidas al tiempo que la cogía por los pechos desde atrás, manoseándolos y, atrayéndola hacia sí, le mordía el cuello, los hombros y le metía los dedos índice y corazón en la boca. Ella los chupaba y gemía de placer. Aquel rudo marinero follador la estaba volviendo loca de gozo. ¿te gusta, eeeh?, puta, que eres una puta. Dime que te gusta. Vamos.. dime que te folle. Diciendo esto la iba follando a fuertes empujones con el erecto y venoso pene en al vagina. Rosa estaba henchida de placer. El deslizamiento de aquel vergajo ardiente dentro de su coño le producía unos espasmos incontrolables. ¡dime que te gusta, puta! Volvía a rugir aquel semental. ¡¡Dioooos, dioooos, dioooos!! Ella sabía que él estaba a punto de eyacular y presa de grandes espasmos comenzó a acompasar las embestidas de aquel animal con movimientos envolventes y de vaivén con el culo, lo cual provocó en aquel tremendo follador unas embestidas más rápidas que desembocaron en el orgasmo de ella con gritos y rugidos salidos de su garganta enloquecida por el placer. ¡Dioooos, dioooos..! gritaba él. Rosa juntó súbitamente sus muslos oprimiendo así la polla de su follador embravecido y encendido de placer. La presión de las nalgas y el coño en su polla hicieron que aquel bestial amante eyaculase con una presión similar a la de una manguera de agua recién abierta. Se corrieron como locos. El marinero la sujetó por las caderas, la oprimió contra sí y le ...
    ... mordió el cuello y las mejillas con rugidos de placer incontenido. ¡Diooos, diooos... uhmmmm,uhmmmm, dioooos! ¡Qué buena estás!. Le cogía los pechos, se los manoseaba y apretaba mordiéndole el cuello, hombros y mejillas enrojecidas por el sofoco placentero, manteniendo la polla entre los muslos, medio fuera de la cavidad vaginal. Ella apenas podía respirar. Sus pechos subían y bajaban con espasmos de placer y continuaba sintiendo en su vagina el ardiente líquido espermático fruto de la bestial eyaculación de aquel tipo. Él se separó de golpe sin parar de decir: ¡Diooos, diooos, qué polvo! Se dejó caer en la cama exhausto. Pasado un buen rato, Rosa se dirigió al cuarto de baño y se encerró. En ese momento llamaron suavemente a la puerta: Emilio, ¿va todo bien? Abrió la puerta y allí estaba su compañero y amigo Marcos, el cocinero, al que tomó del brazo y le hizo entrar pidiéndole con gestos que guardase completo silencio. Emilio entró en el aseo y acariciando a Rosa en los hombros y costados le decía: ¿Quieres que juguemos un poco más? Seguro que tienes más ganas, ¿eh, eh? simultáneamente le iba vendando los ojos con una gran servilleta que le había quitado al cocinero. La palpaba los pechos, le metía los dedos en la boca acariciándole los labios. Te voy a follar otra vez. No vas a olvidar este viaje. Fue sacándola del cuarto de baño y la dejó sentada en la cama al tiempo que le hacía de nuevo gestos a Marcos para que guardase el más absoluto silencio. El cocinero no daba crédito a ...
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