1. Mezcla de sensaciones: sexo y morbo


    Fecha: 19/09/2018, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Sconvix, Fuente: CuentoRelatos

    ... que ella me acompañara con los suyos, excitándome aún más si cabe a mí también. Su disponibilidad de tiempo y su nueva soltería nos dio más tiempo para conocernos. Dialogábamos de numerosos temas, descubriendo así que podíamos hablar de casi todo. Me tenía preso, obligado, de alguna forma, a verla, a pesar de la distancia. Así que me propuse un periodo de tiempo, una fecha límite para, antes de la cual, tendría que verla. Eso no quitó que nuestras sesiones continuasen, e incluso subiesen de temperatura, lo cual ya parecía imposible. Juntos imaginamos innumerables situaciones, buscando la forma de dar mayor morbo a cada sesión. Algunas veces nos quedábamos en una, y después hablábamos largo y tendido sobre cualquier tema. Otras veces repetíamos, no hacía falta decir nada. Pero había un paso que dar: vernos. Quería sentir su cuerpo desnudo sobre el mío, ambos sudando y sin dejar de follar. Dos cuerpos unidos por la lujuria durante largas horas, incluso días. Todo lo que habíamos experimentado tras la pantalla debía quedar plasmado sobre la piel, saborearnos y devorarnos una y otra vez, hasta quedar saciados, aunque ambos éramos conscientes de que este último punto jamás se daría… siempre queremos más. El ansiado encuentro Con cuánta impaciencia esperé aquel día, sería difícil describir el cúmulo de emociones y pensamientos que sentí. Recuerdo ir en el tren (durante 16 horas), sentado y con una idea: verla. Mi mente calenturienta me jugaba malas pasadas, claro que llevaba una ...
    ... semana sin eyacular (me reservaba para ella). La imaginé aproximándose por atrás, pasando por el pasillo hasta mi fila y, sin mediar palabra alguna, sentándose sobre mí, frente a frente, mientras se introducía mi duro falo, y comenzaba a cabalgarme ante la atónita mirada del resto de pasajeros. Fue una agradable imagen que se repitió una y otra vez. Pero pronto llegaría, tenía que aguardar, procurar descansar, olvidar mis nervios y relajarme. Era imposible, para una cabezada que eché soñé con ella, rechazándome, dejándome plantado en aquella ciudad desconocida para mí. Fue un sueño muy vívido, y muy corto puesto que al despertar me di cuenta de que tan sólo habían pasado 38 minutos. Era el viaje más largo de toda mi vida. Al llegar a la estación cogí mis cosas tan rápido como pude, salté al andén y busqué la puerta en la que acordamos vernos. Aquello estaba repleto de gente, de toda condición y raza, además había muchas puertas y no daba con la adecuada. Al fin la encontré, pero no estaba allí. Invadido por el pesimismo temí que mi sueño fuera a hacerse realidad (creo que la impaciencia me hacía ser algo trágico). Mi móvil sonó, era ella para decirme que estaba en otra puerta, pero que venía enseguida adonde yo me encontraba. Segundos después volvió a sonar el móvil, pero quien quiera que fuese colgó. Intuí el objeto de aquel toque y enseguida me di la vuelta y allí estaba: pantalones vaqueros, una camisa blanca (sin sujetador y con los pezones marcándose lentamente) y una ...
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