1. Mezcla de sensaciones: sexo y morbo


    Fecha: 19/09/2018, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Sconvix, Fuente: CuentoRelatos

    ... chaqueta vaquera, con su pelo recogido con una gomilla que pronto mandaría a paseo. No hubo palabras, nos abrazamos y nos besamos cuales viciosos, como dos débiles e insignificantes humanos que han esperado una eternidad para degustar el manjar de los dioses, la ambrosía. Al despegarnos sonreímos, me fijé en que sus pezones estaban duros, así como ella se fijó en mi erección. Por fin Noa, por fin ella, el colofón de mi experiencia, de mis relaciones, de mis noches de sexo, de todo cuanto me cabía esperar en ese y otros aspectos. Tomamos un taxi hasta su apartamento. Dejé mis cosas y la besé más que caminé. Me sugirió tomar una ducha (16 horas sentado son muchas horas), lo cual me sonó a propuesta indecente. Pasé al interior del cuarto de baño y comencé a desnudarme, lentamente. Me introduje en el plato de ducha y comencé a mojarme. Esperaba que ella entrase para unirse a mí, pero pronto adiviné: quería jugar, hacerme esperar un poco más, volverme loco y, después, destrozarme. Allí, bajo las cálidas perlas de agua vi cómo mi erección no disminuía, mi verga intuía que iba a suceder de un momento a otro. Quise tocarme y acabar con mi espera, desahogarme, pero hubiera sido un desperdicio imperdonable. Me serené, me duché y me dispuse a seguirle el juego. Unos instantes después estábamos en la calle, vestidos impecablemente, de camino a algún restaurante elegante. Bajo la mesa me abría de piernas, esperando su picaresco pie, sabía que ella disfrutaría ver cómo contenía el placer ...
    ... ante un lugar público. No obstante nunca se dio tal circunstancia, seguía el juego y ya habría tiempo para más… y más. Unas copas de vino tinto fueron suficientes para entonarnos. La comida se hizo pesada, el estómago era un órgano inservible en ese momento. Al abandonar el lugar tomamos un taxi, cuyo asiento trasero fue mudo testigo de nuestra pasión. Nos besamos aplastando los labios unos contra otros, manchándome con su pintalabios, casi nos desnudamos ante la atrevida mirada del conductor. No había tiempo para más, cada uno estaba en su lugar. El edificio no contaba con ascensor, sencillamente era demasiado pequeño, o de lo contrario quizás nos hubiésemos quedado en él. Pero no que decir tiene que en cada salón parábamos, me empujaba contra la pared, mordía mi labio inferior y frotaba mi verga con su mano, me costaba mucho evitar correrme, desperdiciando así tanto tiempo de espera. Al fin llegamos a aquel apartamento, cuyos detalles pasé por alto en todo momento (ella era mi obsesión). Allí no hubo tiempo para más. Nos arrancamos prácticamente la ropa, dejándolas desparramadas por el suelo. Caímos juntos sobre la cama, cuerpo contra cuerpo, ella encima y yo debajo. Había dejado mi cuerpo entre sus piernas, clavando sus rodillas en la cama para no permitirme escapar. Pensé que me daría un recital de sexo oral, pero Noa había jugado demasiado, simplemente había esperado aquel momento demasiado tiempo, y saltó sobre mí engullendo cuan larga era mi verga de una atacada. La ...
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