1. Historia del chip (042): Terapia (Kim 017)


    Fecha: 04/01/2019, Categorías: Grandes Relatos, Dominación Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos

    ... agacha para quitarse los tacones. Rectifica y suelta primero las cintas negras y los pendientes. Se dobla para depositarlos en el joyero y con precaución suelta las cadenas. Las guarda también en el joyero para incorporada de nuevo retirar los pies de los zapatos. El dolor en las pantorrillas es intenso. No soporta mantener los pies apoyados. Eleva los talones quedando de puntillas. Los vuelve a bajar y se dobla completamente hacia delante. Recoge los zapatos y los deja en la balda cuidando que queden simétricos con las puntas hacia delante. Resultan mucho más estéticos mostrando su elevadísima parte posterior. Está a punto de preguntarse cuánto tiempo llevan allí esperándola y cambia su pensamiento a bocajarro. Vuelve a elevar los talones para aliviar el dolor y sale de la casa. Espera fuera de la casa, a oscuras, de pie y mirando a la calle, brazos a los lados, tal y como se espera de ella. Baja los talones. De alguna manera sabe que aquí las plantas de los pies deben estar en contacto con el suelo. Se da cuenta de que no lleva nada en las manos. Se ha centrado tanto en los zapatos que ha olvidado el móvil y las pinzas. Estaban en el mismo estante y, a pesar de ello, no los vio. Bueno, ahora ya no queda duda de que estoy desnuda. Su mente bulle de preguntas y para no formularlas se centra en su cuerpo. Vuelven las molestias a sus pezones, por el frío o por la excitación. Las pantorrillas tampoco la dejan en paz. No ha estado tanto tiempo contrayéndolas pero parece una ...
    ... eternidad. Dolor con zapatos, dolor sin zapatos. La caja trasparente con su calzado y atuendo está algo a su izquierda pero casi no se ve, la única farola que ilumina la calle está lo suficientemente lejos. Ya nunca más pensará que sus tacones en el trabajo son altos. Se enciende la luz exterior de la casa. Está algo a la derecha de ella. Ahora se la vería perfectamente si alguien abriese la puerta del seto. Sus cosas se distinguen con claridad dentro de la caja. Alguien abre la puerta. Debe ver su figura estilizada y femenina. —Perdona la tardanza. Ya sabes, adolescentes con las hormonas agitadas. Quieren saber si volverás, si podrán jugar contigo. En fin, lo normal. Kim hubiera querido gritar que no veía nada normal en la situación. En cambio, no habló ni movió músculo alguno. Recalcó su falta. —He olvidado el móvil y las pinzas. No le costó nada decirlo. Tenía una completa confianza en la comprensión de Mariona. Muchas horas de diván con los ojos cerrados. Hablando de sus pensamientos, sus deseos y de todo lo que consideraba importante. Nadie mejor que Mariona conocía sus sentimientos más íntimos y todos y cada uno de los errores que cometía. —No importa. Ha sido un día agitado. Si no estás demasiado cansada ¿Puedo estar un rato contemplándote antes de irnos? También te pondría en antecedentes. Aquí se pudo comprobar el entrenamiento de Kim. No hace mucho hubiera dicho que Mariona tenía todo el derecho a ordenárselo. Sin embargo, había sido una petición no una orden. Y ya no ...
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