1. Historia del chip (042): Terapia (Kim 017)


    Fecha: 04/01/2019, Categorías: Grandes Relatos, Dominación Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos

    ... era únicamente su terapeuta, sino una amiga... o una futura amiga. Siempre sería su guía mental, la persona que daba orden a su tumulto interior. No contestó, siguiendo la regla de esperar a sentir claridad en su interior. Mariona se sentó enfrente de ella. El césped debía de estar frío o mojado. Fue a buscar una pequeña silla de playa que estaba plegada y apoyada al borde de la pequeña elevación que hacía la casa. Se puso a par de metros más o menos. Kim trató de no mover un músculo, para no romper la contemplación de su amiga. Le resultaba más difícil que antes. ¡Cuántas veces la había visto desnuda! Si lo pensaba un poco, siempre se había desvestido en la consulta. Ahora comprendía también que la deseaba desnuda física y mentalmente pero como terapeuta había actuado de manera profesional, no implicándose más allá. Y esa noche, -hasta ese momento-, había actuado más como madre y como terapeuta exigente. El mensaje le resultó diáfano: te quiero desnuda, te quiero como amante. No te lo ordenaré, no me creo con derecho. No, se corrigió a sí misma. No se cree con derecho todavía. Debo dárselo. Pasaron los minutos. Las pantorrillas dolían cada vez más. Los pezones, hambrientos e irritados. El clítoris lo sentía muy expandido. Sin pinza que le impusiese límites lo encontraba extrañamente erecto. Como el pene de Roger, si es que eran sensaciones comparables. Las interminables horas con Roger le daban un plus. Por otra parte, podía moverse cuando quisiera, pero no lo haría. No ...
    ... era una guerra de voluntades, ni imposiciones. Se sentía muy querida. Bastaba con que la contemplasen para sentirse amada. Se imaginó mentalmente desde fuera. Corrigió algo la postura, no pensaba que pudiera considerarse una ruptura de su quietud si era para mejorar su posición. Alzó algo más la barbilla, lo que le dificultaba la visión de Mariona, sin llegar a impedirla. Giró las manos hacia ella, ahuecándolas como si llevase unas pelotas de golf. Lo hizo todo muy, muy lento. Mariona asintió cuando vio su nueva postura. Y usando gestos le indicó que levantase los talones. Kim obedeció. Le hubiera gustado elevarlos con lentitud pero sabía que no tenía los músculos descansados, así que los llevó lo más alto que pudo a toda velocidad. El culo quedó más alto y sobresaliente. Los pechos más hacia afuera. Corrigió para quedar bien erecta y equilibrada. Mariona aplaudió con las manos. Un aplauso silencioso. Y habló. —Yo me quedaría toda la noche, pero sería injusto para ti. Cuando te tiemblen las piernas, puedes abandonar la postura. O cuando así lo desees. Así de sencillo, el mero capricho del observador y un nuevo dilema para ella. Cerró los ojos para dejarla a su aire. Cuando ya no pudo con su alma (ni con sus piernas), bajó los talones con toda la fluidez que pudo y se quedó quieta nuevamente. Mariona continuó la conversación. —Supongo que te extrañará un poco que involucre de esta forma a mis hijos. No crecieron aquí sino en Batavia. No sé si has oído hablar del lugar: en todo ...
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