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Eva María y Federico
Fecha: 27/10/2017, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... le llegaba arriba de la rodilla, sobre sus muslos, dejando ver su hermosa pierna. Ella por supuesto notó que la miraba y pretendió no haberse fijado. Siguió en su posición y tomó uno de los folders del escritorio y comenzó a "leerlos". -Quería terminarlos para estar tranquilo el fin de semana –le dije y disimuladamente le veía la pierna. Seguimos platicando cosas de trabajo y de repente cambió la pierna, pero esta vez sé que lo hizo con deseos que yo la viera y así fue por que le alcancé a ver el calzón blanco que vestía. -Yo estoy algo cansada hijo. Aaaah! Quiero relajarme un rato! dijo estirando los brazos hacia arriba. -Vamos a ver! –le dije mientras me levantaba y me ponía atrás de ella. Te voy a dar un masajito para que te relajes. Vení, pasate a esta silla. -Ay, gracias qué cosiderado Fede. Y comencé con los hombros. Donde estaba sentada me facilitaba acercarle mi paquete que ya estaba pronunciado. Ella otra vez lo había notado y lo miraba de reojo. -Ahora te voy a hacer en el cuello –le dije, y me acercaba topándole la verga al hombro. -Aaay qué rico! Seguí así! Qué rico se siente Federico. Así continué unos minutos cuando me sorprendió que me dijera: -Mirá y por qué no me lo hacés en mi oficina. Vamos, allí está aquel sillón y así me acuesto, OK? Se levantó y yo la seguía por el pasillo. No dejaba de verle las nalgas y me tocaba la verga. No creía lo que estaba pasando, estaba bien empalmado y me disponía a tocar a mi madre, mi diosa. -Me voy a poner boca abajo –me ...
... dijo. Se quitó los zapatos y una chaqueta que usaba y se acostó en el sillón. El mismo donde Rafael la cogía. Esto no es casualidad me dije. Me voy a aventar y que todo me salga bien. La falda se le había subido y podía verle los calzones. Estaba que la verga me reventaba y ya en el pantalón se notaba lo exitado que me estaba poniendo. Comencé otra vez por los hombros, le daba masaje y se los acariciaba. Ella solo respondía con gemiditos de aceptación. -Sabés qué? Y por qué mejor no te quitás la falda y la blusa? –le pregunté. Así vas a estar más cómoda y yo voy a hacer mejor mi trabajo. -Tenés razón –me dijo y se quitó la blusa sin mirarme. Vestía un brassiere blanco con encaje, las copitas transparantes que dejaban ver el inicio de sus aureolas. Qué espectáculo. Luego le ayudé a desabrocharse la falda y quedó con todo el culote moreno a mi disposición. Las medias eran pantaletas como otro calzón encima del ya puesto. Rápido se dio vuelta y no pude apreciar nada solo el gran monte de venus y lo oscuro de la mata de pelos púbicos. -Uuuy! Me da vergüenza que me veas asiiiií! Mientras se acostaba otra vez boca abajo. Yo no sabía por donde empezar. Se veía tan buena, tan deseable, tan cogible. -No te preocupés. Relajate que de eso se trata –le dije y esta vez empecé sobándole la espalda. Le daba masaje y la acariciaba. Subía mis manos hasta su cuello, hombros y bajaba por su espalda hasta la frontera con las nalgas. Le apretaba la cintura fuertemente las orillas de las piernas ...