1. Eso me pasa por andar en bolas


    Fecha: 29/04/2019, Categorías: Voyerismo Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    ... cola, me decía que era una chetita calentona, una putita con guita y ganas de fifar como todas, y me olía la boca. Pero los pedidos de mi concha caliente por más leche y más pija no me daban licencias para detenerme. De repente don Enrique me empujó al suelo con violencia, tomó mi rostro en sus inmensas manos y me lo apoyó en su pubis. Los otros ya estaban vestidos aunque con las pijas al aire para pajearse con mayor comodidad, mientras Enrique seguía oliendo mi bombacha y mi boca se abría a su preciosa poronga. No quería que acabe nunca! Su sabor era el más tentador de las tres! Pero, lo inevitable siempre sucede, y en medio de un concierto de chupadas, gemidos y escupidas, su capullo me polinizó la boquita con una catarata de semen ardiente, un poco ácido y espeso. Cuando mi boca ya había aspirado hasta la última gotita, don Enrique me puso el calzón y me recostó en el sillón. Los otros ya tenían sus penes en estado de apareamiento nuevamente, y se los pajeaba con todo el entusiasmo. Pero don Enrique, que ya estaba vestido y listo para continuar trabajando los privó de mis encantos. Se los llevó medio a los empujones, diciéndoles que la niña debía descansar. Minutos después corrí a mi habitación a masturbarme como una loca con toda la leche recorriendo mi interior, mientras Enrique me gritaba que mañana volverían, ...
    ... porque les faltaba cemento y arena, y que ya habían devuelto la luz. Eran las 5 de la tarde cuando en mi cabeza la idea de estar embarazada de esos degenerados me revolvía las tripas. Para colmo mi madre me llamó para saber cómo iba todo con los obreros, justo cuando pensaba en darme una ducha. Me re excitaba que mi piel conservara el olor de esos asquerosos, y sentir que mi bombacha estaba empapada de leche, mientras le juraba que todo marchaba bien. Supongo que no se dio cuenta que me re pajeaba en el momento que hablaba con ella, aunque me preguntó si me sentía bien. Entonces le dije sin pensarlo que estaba muy calentita y que me agarró tocándome la conchita. Mi madre enmudeció de golpe, y cuando recobró la compostura me dijo: ¡escuchame una cosa Emilia, ojito con lo que hacés eh!, ya sos grandesita para decirme estas cosas, no seas cochina hija, o de última no me lo cuentes! No sabía ni por qué se lo dije. Cuando colgó el teléfono sentí que mis límites estaban perjudicándome, y entonces me fui a la ducha. Todavía no me explico cómo zafé de embarazarme! Obviamente, al día siguiente no estuve en casa para esperar a los obreros, ni ningún día hasta que mi mami volvió de sus vacaciones. Me quedé en lo de una tía, donde todas las noches fantaseaba con ver a esos tres tipos cogiéndome nuevamente, pero ahora junto con mi mami! fin 
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