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Todo sea por ayudar a mi hermano
Fecha: 30/10/2017, Categorías: Incesto Autor: Mercedes, Fuente: CuentoRelatos
... empezó a vibrar al ritmo que imponía Oscar con su mano derecha. Estábamos en misma onda y sin que él lo supiese, me había contagiado con su erotismo solitario y se había apoderado de mis deseos. Como sincronizados por un mecanismo diabólico, nuestras manos parecían accionadas por el mismo deseo el mismo ritmo y la misma fuerza de modo que cuando mis pies por fin se movieron hacia la puerta no me sorprendió que fuera él quien la abriera. Entonces, como si hubiésemos estado de acuerdo desde meses, yo busqué con mi mano su miembro candente apretándolo en todo su grosor mientras sus dedos no encontraron dificultad alguna para entrar en mi sexo hasta el mismo fondo quemante y nos entregamos nuestros ritmos y nuestros latidos durante un rato largo buscándonos y encontrándonos de mil formas hasta que mi cavidad latió en su mano y él me entregó en la mía el más caudaloso de los ríos calientes. Habría de ser la última y más gloriosa de sus pajas y las mías porque todo el resto de esa noche le mostré el camino y él aprendió a caminarlo con la seguridad de un andante consagrado. Mi madre andaba feliz esa semana, me dijo que Oscar había recuperado el apetito, que no se satisfacía con nada, que estaba lleno de energía y que sus sabanas estaban impecables y que todo eso era gracias a un secreto de la naturaleza que ella le había aplicado al café de las mañanas. Yo sabía que el secreto de la naturaleza era el más antiguo del mundo, que se lo había aplicado yo y que ahora mismo yo estaba lavando mis propias sabanas puntualmente manchadas todas las últimas noches.