1. La borreguita


    Fecha: 19/08/2019, Categorías: Confesiones Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    ... incontrolables. Nunca lo había hecho así! La Gabi saltaba cabalgando feroz a su hermanito, pidiéndole que le pegue y le arranque el pelo. La Nati lamía mis huevos y buscaba a pesar de mi resistencia meterme un dedo en el orto. ¡pegame guacho, y cogé más, dale que no la siento, cógeme putito, y te meo la verga, así cochino, dame pijaaa, uuuf, sacame la calentura nene, dame droga gil, quiero garchar así!, gritaba la Gabi mientras la Nati se bajaba el pantalón y la bombacha de un tirón. ¡tocame la concha pendejo, dale, y mirá cómo coge la alzadita esa!, me exigió mi novia, a quien desconocía por completo. Cuando lo hice noté que la tenía mojada y caliente. Me pidió que le meta 3 dedos y que los mueva. También que la nalguee y le muerda los pezones. El pibe de pronto parecía estar al borde de acabar cuando la Gabi intensificaba su ritmo. Pero la Gabi salió de aquel tumultuoso galope, le sacó el forro con la boca y se consoló con atragantarse con un lechazo abundante, tanto que se le escapaba por los costados de sus labios. Los dedos de la Gabi se le enterraban un poco en la vagina y otro en el culo mientras gemía, tragaba leche y eructaba. La piba se puso un vestido suelto y largo, el pibe se puso el bóxer y salieron de la pieza. Entonces yo tiré con furia a mi novia en la cama, le abrí las piernas, la asfixié con su ...
    ... bombacha una vez que logré quitársela, probé los jugos que se acumulaban en su sexo, y luego me le monté enceguecido para calzarle la verga en la concha y sacudirla frenética, como a una yegua en celo. Ella me mordía el cuello y arañaba mi espalda murmurando: ¡¿te gustó verla coger a la borrega, le viste las tetas y el orto?! Yo me la cogía sin pausa, sabiendo que la puerta estaba abierta, pero que a nadie le importaba nada en absoluto. De hecho, en un momento la prima de Natalia entró a cambiar a su bebé, y de paso a cambiarse el pantalón. Los dos la vimos en bombacha. Nadie se horrorizaba. Mi novia estaba enojada, y yo posiblemente asqueado por todo lo que viví en solo unas horas. Pero perdí el control, y creo que no la ahorqué cuando la vi lamiendo el forro usado que dejaron sus hermanos, sólo porque la amo. En ese preciso momento derramé toda mi leche en su conchita en llamas, y no la dejé ponerse la bombacha. Salimos de la pieza sin hablar, y afuera las señoras no paraban de charlar entre mate y cigarro. La tele estaba apagada pero Ezequiel permanecía revoleado en el sillón. La Gabi barría la cocina y se subía el vestido cada vez que su hermana la miraba. Nos fuimos en breve, y ese mismo día nos tomamos un tiempo. No podía vivir preso de sus dudas, sus celos sin razón. Aunque, aquella experiencia no me la olvido más. fin 
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