¡Mi hermana, mi mujer, ufff!
Fecha: 10/09/2017,
Categorías:
Incesto
Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos
... seguían a lo suyo. A mí no me miraba nadie. La noche siguió adelante, entre conversaciones rotas, y de cuando en cuando Andrés se llevaba de nuevo a Ana a bailar. Ella le seguía complacida. Cuando volvían, mi hermana me miraba durante un breve instante pero directamente a los ojos. Parecía buscar que yo dijera algo, parecía querer recordarme con su mirada algo que yo había olvidado. La mano de Andrés descansaba en su cintura, la de ella desaparecía tras la espalda de él. Gloria los contemplaba a los dos. Yo veía los cruces de miradas, el contacto de los cuerpos. No prestaba atención a las voces de Gloria y Andrés que ya no hablaban de la infancia sino del presente. El ruido del alcohol en mi cabeza ganaba terreno. Pues ya que el destino nos ha vuelto a unir sería un sacrilegio que nos separáramos otra vez, sería absurdo. ¿Tú qué crees, guapa?- La mano de Andrés atraía más y más a mi hermana contra su cuerpo. Siempre has sido un descarado. Gloria, por favor. Sabes que, respetando aquí a mi amigo, siempre he estado enamorado de ti. Ya, y de Ana también. También, también- Las dos se rieron, especialmente mi hermana; hacía tiempo que no la oía decir nada. Se dejaba hacer... Si vamos, que te gusta todo lo que lleva faldas. ¿Y por qué no? Las mujeres sois lo más hermoso de la creación. ¿Qué mal hay en ello? Ninguno, ninguno, si la mujer en cuestión espera darse la vuelta en la cama a la mañana siguiente y encontrarte todavía allí. Ah, Gloria, Gloria, el amor es como una ...
... brizna de viento en tu cara, un instante breve de placer, que agotaría si se prolongara. Por eso lo cortas de raíz. Claro, así la mente lo recuerda y lo idealiza. O sea, que nos haces un favor. Pues claro nena, os dejo enmarcados instantes eternos. Eso es lo que os gusta a las mujeres, tener recuerdos correctamente clasificados. ¡Eres un golfo! ¿Un golfo? ¡Qué va... si las mujeres hacéis conmigo lo que os da la gana! Pero, bueno, ¿oyes eso, preciosa?, - (se encaró con Ana)- esa canción sonaba aquel verano en el que te empezaron a salir las tetas. Debe haber un significado cósmico para todo esto. ¿Y sabes qué? Vamos a buscarlo tú y yo juntos-. Andrés agarró a mi hermana y la llevó de nuevo a la pista. Y allí nos quedamos los demás. Jacinto miraba incómodo el reloj. Bueno, ¡cómo es Andrés!, ¿eh? Hay gente a quien los años no cambian. Me voy a tener que ir, es un poco tarde. De verdad, que me alegro mucho de haberos visto, me voy a quedar unos días más en el pueblo, quizás podamos tomarnos una copa, o mejor una limonada fresca. Claro- le dije. ¿Por qué no te pasas mañana por la tarde y charlamos? Jacinto sonrió. Lo haré. Le dio dos besos a mi mujer y estrechó mi mano con más firmeza que la primera vez. Le vimos alejarse. Eran casi las tres de la mañana. No deberías beber más. Si apenas mojo los labios, nena. No guantas el alcohol y hoy te estás pasando. ¿Pasándome? Exageras. Te estás pasando, no tanto como esos dos, pero... Me volví. Andrés y mi hermana ya no bailaban. Me costó ...