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Historia del chip (040): Una mujer de mundo (Kim 015)
Fecha: 06/02/2018, Categorías: Grandes Relatos, Dominación Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos
... lo tuvo en cuenta. Su sonrisa contagiosa y alegre equivalía a la sonrisa entre sus piernas. Roger la cogió por la cintura. Kim se enderezó todo lo que pudo, tal y como tenía establecido, con más rigor si cabe, para demostrarle que por el haría cualquier cosa. —Gracias, amor— le dijo mientras le rozaba la camisa con los pezones como tanto le gustaba. Prosiguió. —Quiero estar toda la noche con tu regalo. Roger asintió, feliz de que lo expresase. Sería la primera vez que no sería una imposición. Otras tres mujeres tuvieron la valentía de quedar tan expuestas y permitieron, -sin saberlo-, que Kim tuviera otros tres orgasmos. Al llegar al hotel se ducharon juntos y Kim fue a buscar de inmediato las pinzas con bolas. Pensó en los tacones. Se los puso antes de recoger las pinzas. Volvió al baño y esperó a que Roger le pusiese los aderezos. Ya con las pinzas en los pezones, el correspondiente en el clítoris y los tacones ultra elevados en los pies le preguntó: “¿Así te gusta más?” Roger asintió y la llevó lentamente a la cama. Cada bamboleo era una tortura y un estímulo para Kim. Imaginaba que Roger esperaría un buen rato antes de darle el orgasmo prometido así que trataba de apaciguar su cuerpo. Estaba tan caliente que pensó que de poco había servido la ducha. Se quitó los zapatos para no romper las sábanas. Y empezó a ondularse y ofrecerse. Roger optó por follarla como primera opción. Le quitó las pinzas de los pezones cuando eyaculaba como gustaba de hacer habitualmente y se ...
... quedó tumbado boca arriba exhausto después del esfuerzo tanto en la cama como en el concierto. Kim hubiera querido ponerse de nuevo las pinzas con bolas en los pezones para que Roger se despertase con esa imagen, pero la había dicho que no debía estar tanto tiempo con ellas, porque las nuevas eran demasiado potentes. No creyó oportuno arriesgarse. Roger era cuidadoso con esas cosas y ella debía de serlo también. Se quitó la pinza del clítoris intentando no hacer ruido o cerrar las piernas. El dolor fue espantoso. Estaba demasiado sensible después de los orgasmos anteriores. Fue a buscar sus pinzas habituales para la noche. Se colocó las tres y se acurrucó junto a Roger que no se había enterado de nada. Kim se durmió con rapidez. Se despertó cuando una mano soltó la pinza del pezón izquierdo. A Roger le encantaba hacerlo mientras dormían. Kim creía que era el momento más íntimo entre los dos. Era un juego de seducción. Le decía cuanto la deseaba. El penetrante e intenso dolor que Kim sentía por unos segundos quedaba acallado en cuanto los dedos acariciaban el pezón caliente y necesitado. A veces, dejaba en paz al otro pezón o también lo liberaba. Y si le apetecía volvía a encerrarlos mientras llevaba el falo a su boca para soltarlos al eyacular. Kim adoraba esos momentos. Eran tiernos a pesar de la aflicción. Esa noche se anticipó. En cuanto sintió la sangre en el pezón se revolvió y fue a por las otras pinzas para ponerlas en las manos de Roger, que cambió unas por otras. Eyaculó ...