1. Historia del chip (040): Una mujer de mundo (Kim 015)


    Fecha: 06/02/2018, Categorías: Grandes Relatos, Dominación Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos

    ... problema en venir aquí conmigo es lo que me admira. Tu falta de inhibición. Y con verle a él, que está tan contento y orgulloso, radiante. Nos haces felices y no cuestionas mis deseos. —Eso fue lo que me pediste hace mucho ¿no? Ser tu esclava, tu sumisa. ¿Te he decepcionado alguna vez? Roger cambio el tono. —No, claro que no. ¡Ah! Piensas que como me voy y te dejo con otros, te estoy castigando. Perdóname, amor. No quiero que imagines eso nunca. Volver a oír el término amor terminó por camelar a Kim. —No he querido decir nada parecido, pero me reconocerás que es de lo más extraño todo el asunto. Simplemente no soy capaz de acertar que tipos de fantasías tienes sobre mí. —Me basta con que hagas lo que se te pide. Quizás en un futuro llegues a entenderlo. ¿Cómo fue la visita por la isla? —Fantástica. Aunque igual fue un poco dura para Mike 3 y Mike 7. —Me da la sensación de que no van a olvidarla nunca. De hecho, lo extraño es que no hayan ido a buscarte. Kim se encogió de hombros. No era asunto suyo. Estaba siempre disponible salvo cuando Roger se hallaba en Córcega. —Vi que las pinzas te dolieron. Tenía pensado ir a bucear con los del club pasado mañana. Kim sabía a qué se refería. No había dormido con pinzas durante ese tiempo y sus zonas predilectas habían perdido un poco de su capacidad para soportar el dolor. —No te preocupes. Me han tratado demasiado bien los hombres. Para pasado mañana, ya estaré preparada. —Está bien. Me apetece un baño. ¿Vienes? Kim supo ...
    ... inmediatamente lo que quería. Dejaron a cargo de su amante/camarero/amigo el vestido de Kim y la ropa de Roger. Se bañaron un buen rato y Roger la folló con pasión. A Kim le costó no tener un orgasmo. Casi lamentó haber dejado las bolas en el hotel. Cuando Roger acabó le dijo: “Tendrás que agradecer a tu amigo la custodia, ¿no? ¿Cuánto tardarás?” —Dame diez minutos. Le gusta charlar y sobar un poco. Vamos juntos. Recoge tu ropa y te vas al lado contrario. A él le encantará que lo haga estando tú. No se lo esperará. —Nunca se lo impediría. No me gustaría perder el vestido— explicó Roger con seriedad. Kim casi no se dio cuenta de la broma, pero luego le golpeó con el codo. Con fuerza. Él aceptó el golpe sin rechistar. Cuando Kim volvió con la ropa de los dos, Roger se puso la suya y cogió la de Kim, solo los tacones y los pendientes. Llevaba tanto tiempo en la isla que ni se planteaba su desnudez. Pero para él era algo completamente distinto. — Te amo, Kim. Ella sonrió. *—*—* Roger llegó a la hora acordada. Kim estaba esperándole sentada en la cama. Se levantó como pudo pues los tacones eran tan ridículamente altos que prácticamente dejaban los pies en vertical, siendo el único sustento los dedos de los pies, un buen agarre al tobillo y un tacón de aguja fino y milimétrico. Viendo su dificultad, Roger le ofreció su brazo. Kim se disculpó. —Lo siento. ¿Vamos a caminar mucho? He estado probando y no creo que no pueda dar más de dos pasos sin resbalar. —Lo sé. No te los he dado para ir a ...
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