1. El dia de San Martín


    Fecha: 16/03/2018, Categorías: Otras Categorías, Fantasías Eróticas Autor: GabrielledelD, Fuente: CuentoRelatos

    ... la conducta de Eowyn si no algo mucho más grave y que era de honda preocupación para todas los vecinos de Rivendel desde el deshielo del invierno pasado: una extraña peste había diezmado la población porcina (de 4 patas) del valle. Probablemente agravada por el frío invierno y el caluroso y seco verano, la fiebre atacó a los verracos adultos que fueron cayendo uno a uno a lo largo de los meses hasta no quedar más que los ejemplares más jóvenes. El invierno estaba cerca, no había matanza asegurada y la reserva de proteínas estaba en el aire. No podían sacrificarse las hembras, y los pocos cerdos machos que quedaban tenían un peso demasiado exiguo, y nadie quería desprenderse de ellos. Se avecinaba un duro ayuno. Cuando Gandalf y Sam llegaron con sus miradas aun demudadas por el miedo, la gente supo que algo grave estaba pasando. El cónclave se prolongó hasta el mediodía y hubo más que consenso en su resolución. Finalmente habría día de San Martín, y habría carne para el invierno. La matanza anual se fijó el último domingo de noviembre en el lugar tradicional: la sala comunal. Eowyn, acostumbrada al trato más bien –por no decir muy- seco de sus clientas se extrañó agradablemente de ser invitada por primera vez a la fiesta, sobretodo sabiendo la difícil situación en que se encontraba la vecindad. Llegado el día se dirigió muy contenta hacia el lugar convenido encontrándolo vacío. Era allí, seguro. La viga de madera sobre dos troncos con la gran jofaina debajo no dejaba lugar ...
    ... a dudas. Pero... ¿dónde estaba la gente? La muchacha salió de nuevo al exterior buscando con la mirada. ¿me habré equivocado de día? Se preguntaba. Estaba tan confusa que no se apercibió de que una sombra se acercaba hacia ella por detrás. De repente todo se le volvió negro. Despertó con un fuerte dolor de cabeza, y no solo por el impacto. Yacía colgada de los tobillos con sus brazos atados a una barra situada en el suelo, totalmente desnuda. El gentío se agolpaba a su alrededor insultándola. Tenía embotado el cerebro y no comprendía nada, solo que las cosas estaban poniéndose muy mal para ella... y no se equivocaba. En su posición no podía percibir con claridad lo que iba a suceder a continuación. Varios hombres arrastraron una gran forja con un fuego en su interior. Varias antorchas estaban preparadas. Tocaba limpiar la piel de la cerda dejándola lisa y suave, sin pelo ni suciedad. Uno de los hombres tomó una de las teas, y el matarife, con un gran fuelle impulsaba la llama sobre la carne de Eowin, sin llegar a quemarla, claro, solo chamuscarla. Así todas sus vellosidades púbicas, anales y axilares, fueron desapareciendo convertidas en diminutos hilos retorcidos. Elowin soltaba alaridos como lo que era, una gran puerca. Entre gritos, los dos hombres dejaron su piel inmaculada de pelo, y preparada para rascarla con piedra pómez. A esas alturas la muchacha, todavía viva, daba estertores incoherentes, que volvieron a ser sonoros gruñidos cuando sus carnes eran castigadas con ...
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