1. El dia de San Martín


    Fecha: 16/03/2018, Categorías: Otras Categorías, Fantasías Eróticas Autor: GabrielledelD, Fuente: CuentoRelatos

    ... fuerza. Tras media hora, su poca morenez había desaparecido, y su piel lucía clara, casi blanca. Ahora tocaba la siguiente fase, el desangrado. Mientras una pesada mesa con instrumental ad-hoc fue situada justo a su lado, preparada para el despiece. El matarife oficiante, un experto sin duda, cogió una especie de faca, más bien una lanceta y se puso tras ella, y dio dos cortes a ambos lados del cuello, no demasiado profundos, cortando las femorales. Afortunadamente para Eowyn, aunque todavía viva, a partir de entonces no se enteró demasiado de lo que estaba sucediendo. Permaneció consciente mientras la sangre caía sobre la jofaina y notaba como la vida se le iba escapando poco a poco. A los pocos minutos empezó a desvariar, soñando con que el padre de todos los lobos la penetraba salvajemente por su ano. En realidad, era el matarife que le hincaba una estaca. Así, puede decirse que Eowin murió gozando Cuando toda la sangre fue exhudada. Una vez desangrada se iba a practicar el vaciado. Trasladada a la mesa de matarife y puesta de lado, un afilado ...
    ... escalpelo se hundió entonces en la raja de su coño, para sajar todo su abundante cuerpo abriéndolo en canal. Las entrañas de Eowyn se extrajeron con cuidado con el fin de ser vaciadas y limpiadas para su posterior uso como tripa de embutido. Hábiles tajos desprendieron su aparato reproductor y arrancaron el estómago, riñones, hígado y el resto de órganos internos, yendo todos a parar a según qué recipiente. Lo menos útil para las criadillas y embutidos rojos con pimentón. El resto ya es sabido... muslos y brazos para curar y ahumar, paletillas, lomo, solomillos, costillas. Los más de cien Kg. de Eowyn equivalentes a una buena y gorda puerca serían muy bien aprovechados por la comunidad de Rivendel que ya tan pocas reservas de proteína esperaban para el invierno. Aunque no llegaba a lo mínimamente necesario, sin duda aliviarían bastantes necesidades. Nadie hizo ascos a tan suculenta matanza a excepción de Samsagaz y Gandalf, que no quisieron ni una libra. Ese invierno fue muy benigno para la aldea. Nadie pasó hambre ni se recordaron jamás embutidos más sabrosos. 
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