1. Infiel por mi culpa. Puta por obligación (40)


    Fecha: 09/03/2024, Categorías: Grandes Relatos, Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... eficiencia!
    
    —Comprendo que imagines ver, lo que no tienes a la vista. Pero, lo que no alcanzas a imaginar ni a observar, fue el calvario en mi interior. Experimentar fue la motivación inicial. Tras su dominación y mi entrega, con sus golpes y las vejaciones a mi cuerpo, comprendí después, que eso era lo que precisaba, y casualmente lo encontré en ella. Necesitaba de alguien que me sometiera, porque yo, mi vida, requería ser castigada por no haberte hecho caso, para terminar después, traicionando tu amor y subastando mi fidelidad. Quería sufrir, me urgía ser castigada, y bajo tus amorosas manos, no lo encontraría fácilmente. Me das candela, ¿Por favor?
    
    —Me fuiste abandonando mientras ella te iba enseñando un nuevo camino, ese donde el descontrol de tus actos, –saltan chispas, nace la flama y Mariana aspira con su elegancia acostumbrada– disciplinaron nuestros posteriores encuentros en nuestra alcoba. Tú, pretendiendo que te palmoteara con fuerzas en las nalgas y en las plantas de tus pies, y yo, arrepentido tras la lujuria, besando, lamiendo y adecentando con ungüentos, el enrojecimiento de las marcas que te causé por obedecerte. —Mariana expulsa el humo por entre la abertura de rosa de su boca, y al frotarse la nariz, se dentellea inconsciente el labio inferior, perforándose el lunar.
    
    —Dices que necesitabas ser reprendida por mis manos, pero al mismo tiempo mantenías luego esa actitud lejana y displicente hacia mí, durante el día. Creí que te comprendía, pero te ...
    ... habías vuelto tan incomprensible, que decidí dejarte libre, aunque las cuatro paredes de nuestra casa, te mantuvieran apresada a nuestro matrimonio. Cambiaste tanto que estaba decidiendo abandonarte, solo que entre Mateo y mi nostalgia, me amedrenté para ponerle hora y fecha a la propuesta de divorcio. —Mirándome fijamente, el sol brilla diminuto en la esquina inferior del topacio de sus iris, y en el borde de su parpado inferior, se exhibe ante los míos, la marea de su quebranto.
    
    —Una noche, o dos, después de echar por tierra mis sueños de pasar vacaciones antes de año nuevo, los tres fuera del país, llegaste de nuevo tarde, y al quedarte fundida a mi lado en la cama, por el cansancio de tus citas de negocios, me percaté de un llamativo cárdeno en tu piel, semi oculto en el lateral del comienzo de tu cuello. —Mariana se despeina la onda elevada sobre su frente, con la mano libre, mientras con la diestra, ocupada en el medio de sus dedos por el filtro blanco, recolecta con la palma, las lágrimas que fluyen sobre su mejilla izquierda.
    
    —Y a pesar de que usabas esos pijamas algodonados que te causaban tantos acaloramientos, el final de tu espalda descubierto por tu pose acurrucada, me permitió observar varios arañazos naciendo desde un extremo del rombo que forman tus pozos de Venus, hacia abajo hasta el nacimiento de tus nalgas. Obviamente al no ser yo el causante, imaginé que ese culo tuyo había sido profanado horas antes, por un extraño. Y ese otro, no podía ser más que ...
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