Infiel por mi culpa. Puta por obligación (40)
Fecha: 09/03/2024,
Categorías:
Grandes Relatos,
Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos
... solo por ella, aceptando pasar ratos largos sometida a sus caprichos, y que usara mi cuerpo para su placer. En verdad, para nuestro común gozo.
—¿Desde cuándo sucedió? ¿Fue cuando viajaron a Villa de Leyva?
—No. Ese viaje, inicialmente no tuvo nada que ver. El primero y el segundo fueron estrictamente laborales. Sin embargo, esos dos, reafirmaron la atracción inicial que nos conectó. Fue en La Candelaria, donde me sedujo al mostrarme otro mundo. El suyo tan oculto. Y para el tercer viaje a su casa, todo se concretó. —La expresión de asombro en Camilo, lo dice todo. No se imaginaba algo así.
—Una llave antigua, –continúo aclarándole– de aquellas tan clásicas, consistente de una pieza cilíndrica perforada, en forma de tubo, con una paleta acanalada al final, con tres únicos dientes al costado como clave, y al otro extremo la parte ancha en forma de trébol, esmeradamente tatuada en el foso de su codo izquierdo, fue la entrada que me ofreció a la intimidad de su mundo. Bueno, no solo a mí, también a Félix, el gerente del banco, y permitirle atisbar un poco, por puro morbo, al malparido de Eduardo.
—¿Cómo así? ¿Un tatuaje para qué?
—Su negocio se me estaba complicando, y una tarde en la oficina, estábamos Félix, Eduardo y yo analizando su perfil crediticio, buscándole una salida. Ella llegó sola, sin su pareja, y sin esperar a ser anunciada, ingresó y saludándonos de mano, se sentó a mi lado. Escuchó todos los impedimentos, y por supuesto renegó de la opción de ...
... hipotecar su propiedad en Villa de Leyva para subsanarlos. Sin llegar a un acuerdo, se levantó y guiñándome un ojo, inicialmente me invitó exclusivamente para ver junto a ella, una obra de teatro. Pero como ellos estaban atentos y los dos la escucharon, les extendió por igual la invitación.
—¿Cuando fue eso?
—Las noches de los miércoles eran tuyos. ¿No? Los jueves y los viernes, los míos. ¿Recuerdas? Un miércoles a mitad de noviembre, Eduardo te llamo, se disculpó y te dijo que iría conmigo a un evento al que nos habían invitado. Luego hablamos tu y yo, para confirmarte la versión.
—¡No tengas miedo, preciosa! —Me dijo cuándo al terminar la función teatral, dejando a su pareja disfrutar junto a los actores, de los aplausos y los brindis, me dejé arrastrar por ella hacia las calles empedradas del añejo barrio, escoltadas dos pasos más atrás, por el gerente y por supuesto, por mi pervertido ángel guardián.
—De hecho, aunque ahora te parezca que andamos solas, hay suficientes ojos, pendientes de cuidar nuestros movimientos. No te preocupes, existe bastante seguridad privada, pues mucho turista viene por acá. Por eso, a los que, a estas horas de la noche veas recorrer estas laberínticas vías, –como nosotras– no son tan despistados como tal vez lo llegues a pensar, mi hermosa Blanca Nieves. —Le «cuchilleaba» a mi oreja derecha y los vellos de mi nuca erizados, respondían a su calurosa voz.
—Lo matutinos rubiecitos ojiazules, tan longilíneos con sus mochilas a cuestas, ...