1. El Hombre de la Casa 11: Masajes


    Fecha: 13/03/2024, Categorías: Incesto Autor: Kurosko, Fuente: TodoRelatos

    ... al grado de que mis excusas se agotaron y cuando al fin acepté, no dudó en tomar su celular y enviar el mensaje de texto que, imaginaba, le confirmaría a su amiga.
    
    —¿Qué le digo? ¿Cuándo puedes recibirla?
    
    —Uh, no sé. ¿Cuándo puede ella? No es como que tenga una agenda apretada.
    
    —¡Ja! Es verdad, pero quién sabe, puede que eso cambie pronto.
    
    Los clics en el teclado de su celular sonaban como contador Geiger en central nuclear. Después de un par mensajes, confirmó que la cita sería el viernes en la tarde, o sea, en un par de días. Inmediatamente se puso a tomar medidas de la sala y me pidió ayuda para mover recorrer los sofás para imaginarse dónde tendría que colocar una cama plegable. Por un momento, creí que se le había botado la canica, pero comprendí que aquella era su manera intentar apoyar a su hijo “Nini” de 20 años en algo en lo que, por fin, mostraba aptitudes para hacer algo de provecho con su vida.
    
    Mis hermanas recibieron la decisión con cierto recelo no tan oculto detrás de sus sonrisas y palmadas. La cena acabó pronto y ambas me acompañaron cuando me fui al cuarto.
    
    —A ver —dijo Julia—, me alegra la idea de que tengas la oportunidad de explorar con un trabajo así. Es sólo que no me gusta la idea de traer desconocidos a la casa.
    
    —Y que se desnuden en la sala —añadió Raquel. Podría decirse que su queja era irónica, pero totalmente comprensible.
    
    —No necesitan desvestirse —me apresuré a aclarar—. Con mamá no le he pedido que se quite la ...
    ... ropa.
    
    —Pero es algo que se acostumbra, Luís —dijo Julia—. Mamá y yo tuvimos que quitarnos la ropa por instrucciones del personal en el spa.
    
    —Tampoco es obligatorio —argumenté.
    
    —No, pero es algo que puede pasar. Si piensas profesionalizarte, no estaría mal que te prepares. Hay cursos para esto, ¿lo sabes?
    
    —Sí, pero tampoco es algo que siquiera quiera hacer —confesé lo evidente—. Es una idea que tuvo mamá y no supe darle motivos para no hacerlo, simplemente se está dejando llevar con la idea. Después de todo, no entré a la universidad y estoy desempleado, ¿qué excusa podría poner?
    
    —Sabes hipnotizar —dijo Raquel, un tanto refunfuñona.
    
    —No me veo dedicándome a esto, ni como terapeuta ni como charlatán.
    
    —¿Y te ves como masajista?
    
    —Tampoco. Pero creo que vale la pena intentarlo
    
    —Además, sé que pagan bien. Te repito, lo que no me gusta es tener a gente metiéndose a nuestra casa, pero también creo que es una buena oportunidad para ti. Eso sí, si lo intentas y te llega a gustar, sería mejor que consiguieras un local pronto. Piensa en la imagen que vas a darles a tus clientes cuando entren a la casa.
    
    Dicho esto, Julia se fue y me dejó a solas con Raquel. A ella se le notaba más el disgusto, pero permaneció callada. Francamente, esperaba poder dormir solo esa noche y meditar todo a solas con la almohada, así que no me acosté a su lado y sólo di vueltas mientras veía en el celular qué tanto tenía que estudiar para ser masajista y si había cursos cerca. Comprobé lo que ...
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