1. Un mal día (2 de 6)


    Fecha: 22/03/2024, Categorías: Confesiones Autor: SexNonVerba, Fuente: CuentoRelatos

    ... ¿Cuáles eran mis opciones? ¿Vestirme sin ropa interior y volver a casa para volver a desvestirme, ponerme la bombacha y el corpiño, y volver a vestirme? ¿Cuánto me llevaría todo eso? Además tenía que cepillarme y maquillarme… No era opción. ¿Ir a la entrevista sin ropa interior? Incómodo… Además, la blusa verde de gaza me iba a delatar… Y no quería quedar como una puta con mi futuro jefe. Otra vez sin opciones…
    
    Excepto que…
    
    —¡Uliseees! —llamé en un tono casi imperativo. Aguardé unos pocos segundos mientras miraba mi turbante improvisado a través del espejo del botiquín. Me imaginé a mi vecino enajenado en algún jueguito con sus auriculares puestos y volví a llamar aún más fuerte—: ¡ULISEEES!
    
    —Si… ¿Pasó algo? —preguntó preocupado mientras abría completamente la puerta del baño.
    
    Giré sobresaltada sobre mí misma intentando cubrir mi cuerpo desnudo con mis propias manos. No podía creer lo ridícula y vergonzosa que resultaba toda aquella situación. Quedé de espaldas a la puerta y a mi vecino, con una mano abierta intentando taparme el culo y con el otro brazo cruzado sobre las tetas.
    
    —Lo siento. —dijo. Pero no se movió de allí ni un milímetro ni cerró la puerta. Solo desvió su mirada de mi cuerpo hacia la pared. Por un segundo pensé que el adolescente se había sentido intimidado por lo incómoda de la situación, Pero un segundo más tarde me di cuenta que tenía su vista clavada en mi sexo que se reflejaba brillante, depilado y completamente descubierto a través del ...
    ... espejo. Inmediatamente giré sobre mis pies y me abalancé sobre la puerta para cerrarla. A Ulises no le quedó más opción que dar un paso atrás para que no le rompiera la nariz de un portazo. Después de tres segundos de silencio en el que solo pensé en no desviarme de mi objetivo, volví a abrir la puerta apenas unos centímetros para continuar con el plan. Allí estaba el adolescente entre inseguro y excitado. Todavía seguía en calzones. No quise detener mi atención en la evidente erección que llevaba debajo.
    
    —Perdón, pero… Escuché gritos y pensé que te había pasado algo. —se justificó, mientras llevaba sus dos manos a la entrepierna y desviaba su mirada de la mía.
    
    —Si hay una mujer en el baño, no viene mal llamar primero, ¿no? —dije en tono de reprimenda indulgente.
    
    —Sí. Lo siento, yo…
    
    —Ya está. Es tu casa; es tu baño; y me estás haciendo un gran favor. Te lo agradezco. Pero necesito que hagas algo más por mí. —Entonces le tendí las llaves de mi departamento por la puerta entreabierta. Él las tomó y me miró desconcertado. —Me olvidé algo en casa… Mi ropa interior. Está sobre la cama. Entrás al departamento; pasando el comedor está el pasillo. Al fondo a la derecha, está mi cuarto. ¿Podrás hacerlo lo más rápido posible?
    
    —Claro, Verónica. Ya mismo.
    
    Y desapareció de mi vista con un movimiento torpe. Un momento después escuché la puerta del departamento cerrarse. Respiré hondo y me maldije por lo raro e incómodo que se estaba tornando todo aquello. Pero no había ...
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