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Un mal día (2 de 6)
Fecha: 22/03/2024, Categorías: Confesiones Autor: SexNonVerba, Fuente: CuentoRelatos
... paja! —¿La… la llave? No la traje. —¡¿Cómo que no la trajiste?! ¡No te hagas el boludo que me tengo que ir ya mismo! —No la tengo. La dejé en tu casa… En la mesa. —¡¿CÓMO QUE LA DEJASTE EN MI CASA?!! ¡¿Y TE FUISTE Y CERRASTE LA PUERTA!? La respuesta monosílaba fue un susurro pero llegó clara a mis oídos como una trompada de knock out: —Sí… Dejé deslizar mi espalda desnuda sobre la puerta hasta que el culo me detuvo contra el frío del porcelanato. Me agarré la cabeza, me arranqué la toalla que tenía enrollada y la tiré con violencia contra los monitores: —¡AAAAH…!— Grité con impotencia. No podía entrar a casa. No podía recuperar mi teléfono, ni mi billetera con los documentos, las tarjetas y el efectivo. ¡No podía usar el auto porque las llaves estaban en casa! ¿Podía tomar un taxi? ¿Iba a conseguir un auto en pleno diluvio universal? Y si lo conseguía, a pesar de la suerte que se había empeñado en acompañarme desde temprano, ¿cómo iba a pagarlo? Avisarle a Iriarte que no iba a llegar en horario a la entrevista era una mala estrategia. No poder llamarlo en absoluto, era mucho peor. —Ahora sí que la cagaste, pendejo. La cagaste definitivamente. Podría haber hecho cualquier cosa: llorar; salir y golpear al pelotudo de mi vecino hasta matarlo; romperle la computadora y todo lo que tenía en esa habitación asquerosa. Pero vi el cepillo tirado en el piso, lo tenía muy cerca de la mano. Entonces lo levanté y empecé a cepillar mi brillante, larga y ...
... lacia cabellera negra. Habrían pasado dos minutos cuando Ulises preguntó: —¿Estás… bien? No esperaba que abriera la puerta, pero lo hice. Mucho menos esperaba verme allí parada, completamente desnuda, pero allí estaba. Lo miré a los ojos. Bajó la vista pero no pudo ir mucho más allá de mis pechos. Allí la detuvo. —Pedime un Uber. ¡Ya! —Ok Yo recuperé mi bolso y volví a cerrar la puerta en su cara. La puerta de su propio cuarto. Estuve peinada y vestida en tiempo récord. El maquillaje quedaría para otro momento. Salí del cuarto. Ulises seguía frente a la puerta, en calzones y parado en el mismo lugar. —Puedo explicarte lo del baño… Yo… —Ni se te ocurra decir una palabra sobre eso. Ya vas a tener tiempo de hablar con mi abogado. ¿Pediste el auto? —Sí. Dice que llega en 50 minutos. Imposible. Iba a tener que buscar un taxi en la calle, en pleno diluvio. En un barrio residencial en el que, de por sí, no solían pasar muchos taxis. No me importaba nada. Había llegado hasta allí a pesar de todo. No me iba a detener ahora. Encaré hacia la salida del departamento de mi vecino sin despedirme ni darle las gracias por los servicios prestados. Tomé el picaporte para salir al palier y en ese momento vi algo que se me reveló como la luz al final del túnel. Sin pensarlo dos veces, tomé el llavero que colgaba junto a la puerta que decía “Toyota” y salí del departamento. Entré al ascensor y presioné el botón para ir directo al estacionamiento. Actuaba por ...