Jamal de sangre y cuero. Mistress Cristina - Relatos Eróticos

Jamal de sangre y cuero. Mistress Cristina

... parte de las chicas. Que ya se habían bebido una botella de Lambrusco, sumado a dos Martini antes de empezar a cenar.

Llegó la hora del postre y como no. En Cataluña pidieron una botella de cava. Ahí es donde entraba en juego yo. Para el brindis, sí que iba a beber un poco de cava.

—Por los andaluces y su salero.— Apuntó Lidia levantando su copa y empezando La Ronda de brindis.

—Por las Catalanas y su belleza.— Brindé yo acto seguido.

—Por las noches que no terminan nunca.— Remató Ángela.

El postre era un variado de mini pastelitos. No me gusta el dulce y me dejé en el plato bastante ración. Después el café daría por terminado el banquete.

Buen lugar, buena comida, y buenas vistas. Ya que desde la terraza del restaurante se veía todo Barcelona iluminada por la noche. Todo un espectáculo.

—Bueno, chicos, vámonos.— Dijo Lidia con cierto tono de impaciencia.

Eran casi las once de la noche cuando abandonábamos el restaurante. Bajamos una calle y giramos a la izquierda. No tardamos ni quince minutos en llegar a una puerta en la que no había ningún cartel. Un portal con una cámara de seguridad encima de una puerta de madera maciza.

Ángela llamó al timbre y acto seguido se oyó un zumbido que nos daba paso al interior. Un pasillo lleno de vegetación y una puerta señorial me hizo levantar la cabeza y mirar hacia arriba. Era una mansión de estilo modernista y en el barrio más exclusivo de Barcelona.

Traspasamos el umbral de la casa y en el recibidor ...

... nos topamos con un guarda de seguridad que custodiaba un mostrador desde el que un hombre trajeado nos dio la bienvenida.

—Hola, chicas. ¿Qué tal estáis? Vais muy bien acompañadas hoy, por lo que veo.

—Hola, Miguel. Esta noche traemos un invitado muy especial. Esperemos que lo pase bien.

—No lo dudo, con vosotras, seguro que lo pasa muy bien.— Respondió, Miguel guiñándoles un ojo.

Yo estaba expectante ante semejante muestra de exclusividad.

Nos dieron una pulsera que Lidia se puso en el brazo y entonces el segurata retiró un cordón de seda granate dándonos paso al interior de la mansión.

Justo antes de entrar.

Ángela sacó de su bolso tres máscaras venecianas, dándonos una a cada uno, se puso la que quedaba y empujó una puerta de madera, que daba paso al interior de la mansión.

Nos vimos instantáneamente envueltos en un ambiente que me recordaba a la película: “eyes with shout”.

Había una fiesta de máscaras venecianas y todo el mundo acataba el código de vestimenta. Elegante, sexy y con máscaras.

Ellos, todos de traje y ellas con vestido largo o túnica negra.

—¿Qué te parece Jamal? ¿Te gusta? Este es nuestro ambiente. Aquí nos movemos como pez en el agua.— Dijo Lidia.

—Y, sí. Esto es un club de intercambio de parejas.— Me recalcó Ángela.

Yo, al llegar a un sitio tan discreto y elegante, ya me imaginaba que tenía que ser algo así. Y no me equivocaba.

—Es un ambiente con el que no estoy familiarizado. Pero algo de experiencia tengo. — ...