Jamal de sangre y cuero. Mistress Cristina - Relatos Eróticos

Jamal de sangre y cuero. Mistress Cristina

... dómina. Ya que repitió la operación otras dos veces, con el mismo resultado.

—Así me gusta, perros. Que me obedezcáis.— Dijo con una sonrisa de satisfacción.

Después me araño la espalda de arriba a abajo Justo antes de darme una palmada y susurrarme al oído:

—Buen asistente, muy bueno.— Dijo mordiéndome el lóbulo de la oreja con la presión justa para causarme dolor.

Un dolor que hizo que mi erecta polla se pusiese a punto de estallar.

—Si sigo así me correré enseguida.— Le dije a Cristina mirándola a los ojos.

Aguarda un momento semental. Y mientras me decía esto, liberaba a Ángela del cepo en el que estaba. Ansiosa por participar.

—Ponte de rodillas y mastúrbate a la vez.— Ordenó Cristina—. Y tú quítate el condón y llénale la boca a esa zorra.

Nada más oír esas palabras, mi mente me condujo a obedecer inmediatamente y haciendo todo lo ordenado paso por paso. Llené la boca de Ángela de leche, de manera que me quedé vacío.

—Dios que bueno.— Dije con la cabeza levantada y los ojos cerrados.

—No te lo tragues. Ordenó a Ángela. No cierres la boca.

Acto seguido soltó los anclajes de la cruz y Lidia quedó libre.

—Ahora besaros las dos.

Lidia se lanzó a ...

... comerle la boca a su amiga de una forma voraz, mientras las manos de Ángela se fueron directamente a los pechos de su amiga.

—Quiero que os masturbéis la una a la otra hasta que os corráis.— Dijo Cristina mientras se ponía a mi lado para disfrutar del espectáculo.

Esas dos hembras se devoraron hasta alcanzar el clímax, momento en que su dómina les ordenó ponerse la lencería que llevaban y así como estaban les ordenó que salieran de la mazmorra.

—Tú y yo, nos veremos otro día en mi mazmorra personal y te probaré como sumiso.— Dijo Cristina con tono autoritario. Mientras sacaba una tarjeta de su bolso y la metía en un bolsillo de mis pantalones.

—Soy más bien dominante. Pero me gusta experimentar cosas nuevas y no tengo problema. Y más si es con alguien como tú.— Respondí, llevando mis manos a su culo y levantándola hasta que su boca quedó a la altura de la mía, para acabar devorando sus labios de manera salvaje.

Nos vestimos y salimos de la mazmorra yendo entonces a la zona de la discoteca. Donde nuestras amigas estaban bailando en lencería como si nada de sucedido anteriormente hubiera pasado.

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