Jamal de sangre y cuero. Mistress Cristina - Relatos Eróticos

Jamal de sangre y cuero. Mistress Cristina

... Contesté, acordándome del episodio de Madrid, con Vicky y Jaime.

—Hoy te vas a graduar con honores Jamal. Déjate llevar por nosotras y no te arrepentirás.— Añadió Lidia, hablándome muy cerquita de la oreja y con un tono extremadamente sensual.

A la vez que aprovechaba y me mordía el lóbulo. Haciendo que una corriente eléctrica recorriera mi cuerpo e incidiera directamente en mi entrepierna, la cual comenzó a crecer dejando un abultamiento en mis pantalones que no pasó desapercibido para Ángela, a que mirándolo añadió:

—Pero Jamal. Que tienes ahí. Parece que tu amiguito está despertando.

—Sí, claro. También está muy bien entrenado. Lo podéis comprobar cuando queráis.

—Más tarde tendrás oportunidad de demostrarlo. No hay prisa. La noche va a ser, larga… y dura.— Dijo, Lidia. Haciéndonos reír a los demás.

Pasamos a una habitación con una barra de bar, decoración en tonos brillantes y cortinas granates. Tenía un aire muy señorial, acorde con el ambiente que se respiraba.

Ordenamos la primera consumición de la noche y yo pedí una tónica para el postureo. No quería alcohol. Y menos si tenía que rendir. Las chicas se tomaron sendos gintónic. La manera de pago también era exclusiva. Pasaron la pulsera que llevaba Ángela por un datáfono que cargaba a su cuenta el valor de lo consumido. Al final de la noche, a la salida, se abonaba el importe y así no había que llevar dinero ni aparatos electrónicos dentro de la mansión.

Estaba todo pensado para evitar ...

... conflictos en el interior, garantizando así la privacidad de todo el mundo.

Una vez tuvimos las bebidas, las chicas colgadas una de cada brazo, me guiaron al interior del club. Pasamos a un jardín con una piscina climatizada y zona Chill out, donde algunas parejas ya estaban interactuando. Besándose y metiéndose mano, sin ningún tipo de pudor.

El morbo flotaba en el ambiente y las miradas entre los asistentes denotaban intenciones nada encubiertas. Todo muy natural y sin tapujos. Te miraban, aguantabas la mirada y de ahí a entablar una conversación, en estos ambientes el tiempo podía ser mínimo.

Mis amigas conocían a mucha gente y no paraban de saludar.

El saludo tampoco era normal. Saludaban con besos en la boca, lo mismo a ellos que a ellas.

Un poco más adentro, en una zona de terraza, había instalado en un photocall.

Las chicas, como no, quisieron hacerse una foto conmigo. En el momento justo en el que el cámara iba a disparar, las dos a la vez pusieron la mano en mi paquete. Quedando una foto súper graciosa.

Acabamos la primera copa en esa zona de la terraza, socializando y saludando a amistades de las chicas. Hay que decir que las mujeres me miraban con lascivia, mientras que los hombres lo hacían con recelo. No es que hubiera muchos machos alfa como yo.

En este ambiente, se nota que se cuidan todos bastante. Pero yo me dedico a cuidar mi cuerpo. Eso se nota, y en estos sitios todavía más.

—Ven Jamal. Vamos a entrar a la discoteca. Me dijo Lidia tirando ...