El cuarto prohibido de mamá - 03 - Relatos Eróticos

El cuarto prohibido de mamá - 03

EL CUARTO PROHIBIDO DE MAMÁ

Capitulo 3 – Un regalo para Beatriz

Volver a pisar el suelo en su casa jamás se había sentido tan renovador. Aunque fuesen pocos los días fuera, había añorado el orden, la pulcritud en cada mueble, la luz que ingresaba por cada ventana y ese aroma a nada. Ya no soportaba las tristes luces amarillentas, las cortinas bajas y el rancio aroma a anciano de la casa de su abuela. Estaba feliz de haber regresado, aunque por primera vez en su vida tenía temor por su propia estupidez y sus impulsos.

El recepcionista del hotel se había retirado muy rápido por la mañana, y había evitado a hacer la menor mención de lo sucedido en la entrega de llaves de aquel cuarto en Bahía Blanca. Y el viaje de regreso había sido calmo, con muchas paradas para ir al baño y comer que los había retrasado. Si su madre hablaba del tema, solo era mediante un comentario ácido que no dejaba de rozar las fronteras del chiste.

La noche había llegado, y al otro día Beatriz debía trabajar. Acordaron no cenar, venían llenos, por lo que el único encuentro en la cocina fue en el momento en que, como siempre, Julián iba en busca de un vaso de agua. Beatriz planchaba la ropa de su trabajo y esta vez había algo diferente en ella. Parecía tonto, pero aun en la comodidad de la casa, ella solía esforzarse por mantenerse incomoda, con los botones de su pijama casi ahorcando su cuello. Esta vez, sin embargo, varios de sus botones estaban sueltos, hasta dejar ver aquella franja ...

... ensombrecida entre sus pechos.

—Ya te vas a dormir? —preguntó, casi sin despegar la vista de la plancha y su prenda.

—No lo sé, pero ya me voy a acostar —respondió Julián, tras servirse agua—. Que te vaya bien en el trabajo, ma.

—Y tu pórtate bien mientras estás solo… no planees tonterías —respondió su madre entre risas— hasta mañana.

Julián pretendió retirarse, pero su madre lo interrumpió.

—¿No me darás un beso?

Una vez más, un detalle distinto. Julián no podía recordarlo con exactitud, pero años lo separaban desde la última ocasión en que ella le decía algo semejante. Quizá fuese solo un niño incluso. Aún así, detuvo sus pasos y regresó para besar la mejilla que su madre le ofrecía.

Al día siguiente, Julián despertó tan temprano como su madre. Sin abrir necesidad de abrir su cuarto, la escuchaba andar de un lado hacia el otro, apurada como quien ha olvidado algo importante. A las 7:30am había partido, y a las 7:45am, tras darle el suficiente tiempo para que regresara en busca de algún olvido, Julián decidió salir. La llave del cuarto de su madre estaba en su poder y se dirigió ansioso a esa puerta que ocultaba lo prohibido. Ya deseaba volver a oler el aroma de las entrepiernas de su madre y volver a ver con sus ojos ese juguete que ella enterraba en su interior. Sin embargo, se topó con la primera sorpresa al detectar que la llave no giraba en la cerradura. Los fallos se repitieron, vez tras vez, hasta hacerlo pensar que la combinación había sido cambiada. ...