1. Lujuria en la reunión familiar (2)


    Fecha: 09/05/2024, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos

    ... al alcohol y no le gustaba que los jóvenes bebieran. Tío Julio era mucho más liberal, pero por respeto a mamá solía restringir esas bebidas a sus hijos, permitiéndoles solo un vaso de cerveza o dos. Así que entendía por qué ahora estaba con esa botella, con la sonrisa de un niño que estaba a punto de hacer una travesura.
    
    —No tengo ganas de tomar —le dije.
    
    —Bueno, no hace falta que tomes. Pero vamos al cuarto de Rosi. Dale, no seas amargo —dijo.
    
    Básicamente le importó un carajo mi voluntad. Me agarró de un brazo y me arrastró hasta el dormitorio de Rosina. No tenía ganas de forcejear, así que me dejé llevar. En todo caso, cuando me aburriera volvería a mi habitación y listo.
    
    Adentro estaba Juanjo. En la mesita de luz había unos vasos. Me pregunté por qué se habían juntado ahí. Está bien que a mamá no le gustaba vernos tomar, pero tampoco podía obligarnos a no hacerlo.
    
    Entonces vi a Rosina. Estaba desparramada en la cama, con una pierna flexionada. Vestía una calza tan ajustada que pude notar la forma de su vulva a través de la tela. Desvié la mirada enseguida. Se veía increíblemente sensual Aún no podía creer que se tratara de la misma chica que no paraba de perseguirme cuando éramos chicos.
    
    —¿Quieren jugar de nuevo? —dijo Matías.
    
    —De una, respondió Juanjo, sacado un mazo de naipes de su bolsillo—. Más vale que juegues mejor que este —dijo después, dirigiéndose a Rosina, señalándome a mí con la cabeza. Por lo visto no me perdonaba mi desempeño de la ...
    ... tarde y decidió hacer equipo con ella.
    
    Rosina juntó las piernas y se sentó, lista para la partida. Siempre había tenido cierto lado masculino que la hacía llevarse bien con los chicos. Lástima que conmigo sacaba su peor parte, si no, quizás hubiéramos sido buenos amigos. Y sin embargo no podía dejar de sentir esa sensación de que en realidad estaba frente a otra persona. Esa chica a la que había conocido de espaldas, recostada en la cama, casi como si me estuviera mostrando su escultural culo a propósito.
    
    De pronto sentí ganas de vérselo. De compararlo con el de Zoe. El de mi prima era más grande. Diría que enorme. Pero a pesar de ese voluminoso tamaño se mantenía firme, bien levantado, como sostenido por una fuerza invisible, pues era increíble cómo tanta carne se mantenía erguida.
    
    —Juguemos por algo —dijo Matías.
    
    —¿Por plata? —aventuró Juanjo, aunque parecía reacio. Había heredado de su padre lo tacaño.
    
    —Por prendas —propuso Rosina.
    
    —¿Prendas? —dijo Juanjo, tan reacio como cuando su hermano mencionó el dinero. Es que se sentía muy mayor para esas cosas.
    
    —El que pierde una mano, se quita una prenda —dijo Matías.
    
    Fruncí el ceño. Juanjo parecía extrañamente entusiasmado. Pero dudaba que Rosina tuviese ganas de andar en ropa interior frente a sus primos. Ella seguramente había estado pensando en algo mucho más inocente. Aunque no podía negar que me sentía muy tentado de ver ese espectacular orto cubierto solo por una tanguita.
    
    —Dale —dijo ella, como si ...