Métetelo por el culo
Fecha: 27/05/2024,
Categorías:
Anal
Autor: VictoriaSG, Fuente: TodoRelatos
... tenía que callarme y no decirle a mi padre cómo era en realidad su amigo, porque estaba convencida de que se lo acabaría contando todo para que ese siervo aprendiera.
El invierno se estaba acercando, pero eso no me impidió ponerme el más pronunciado de mis escotes para que mi cliente favorito tuviese una buena visión. Tenía una curiosidad enorme por saber con quién estaba casado, aunque quizás era mejor no ponerle cara a la mujer a la que iba a intentar robarle el marido.
A media mañana apareció Leo, con esos impresionantes ojos azules y con una sonrisa perfecta que no había conseguido borrarme de la mente la noche anterior mientras me metía el vibrador hasta el fondo. No dejaba de repetirme a mí misma que ese hombre quería algo conmigo, que de lo contrario no me estaría siguiendo el juego, así que debía lanzarme.
- Perdona por lo de ayer, mi jefe no me deja intimar con clientes.
- ¿Estábamos intimando?
- Poco nos faltaba.
- Te recuerdo que soy un hombre casado.
- Y también insatisfecho.
- Eso no es verdad.
- Tu mujer no te permite practicar sexo anal.
- ¿Y tú me dejarías?
- Por supuesto.
- Creo que te gusta demasiado hablar.
- Prefiero otras cosas, la verdad.
- He traído el dildo que compré el otro día.
- ¿Y qué?
- Demuéstrame que todo lo que dices es cierto.
- ¿Cómo?
- Métetelo por el culo.
Tenía la sensación de que solo nos estábamos picando el uno al otro, pero en ese momento me di cuenta de que Leo iba en serio. ...
... Sacó el dildo y me miró directamente a los ojos, haciendo que me pusiera cachonda al instante. Apenas disponía de unos segundos para decidir si iba a dejar que me rompiera el culo con ese cacharro solo para tener la oportunidad de follármelo.
Llevaba casi diez años sin echar un polvo y Leo me daba mucho morbo, así que la decisión estaba tomada de antemano. De todos modos, tenía claro que no iba a dejar que me introdujera el mismo juguete que le había metido a su mujer por el coño. Cogí uno nuevo y un bote de lubricante y le hice señas para que me siguiera al almacén.
Parecía que lo nuestro era algo meramente sexual, pero, una vez allí, Leo me besó apasionadamente. Me llegué a ilusionar con que todo fuese una forma de provocarme por su parte y que en realidad buscara algo más en mí, hasta que comenzó a subirme la falda y me dejó de inmediato el culo al descubierto, dejando claras sus intenciones.
- Vamos, Dana, métetelo.
- ¿Por qué no me lo metes tú?
- ¿Puedo?
- Claro, pero antes lubrícalo bien.
- No me puedo creer que vaya a hacer esto.
- ¿Tienes remordimientos?
- Qué va, me muero de ganas.
Cogió el dildo y lo cubrió con lubricante mientras yo me bajaba el tanga y rezaba todo lo que sabía para que no me doliese demasiado. Tuvo el detalle de lubricar también mi ano, aunque con ese gesto se terminó su delicadeza. Leo me abrió las nalgas y me introdujo el juguete con mucha menos suavidad de la que me hubiera gustado.
Pude reprimir un primer grito ...