1. ¿Por qué a mí? Capítulo 48


    Fecha: 08/06/2024, Categorías: Gays Autor: Jesus tsukishiro, Fuente: TodoRelatos

    ... flores!, Marcelo en su tiempo sí me regaló flores, fueron como unas tres o cuatro ocasiones, el ingeniero en su momento hizo lo mismo, pero fue por única vez previo a una noche con él, pero, en esta ocasión se sentía y era diferente.
    
    Aníbal se sentaba y al notar mi nerviosismo dijo serio. – Creo que el regalarte flores no fue buena idea, ¿verdad?
    
    – No, no es eso, es, o sea, es un gesto muy lindo de tu parte en verdad, sólo que es la primera vez que recibo flores después de mucho tiempo, no pienses que no me gustaron. – Le decía tratando de controlarme.
    
    – De verdad discúlpame por ser atrevido, no era mi intención, en serio. – Aníbal se disculpaba apenado.
    
    – No, Aníbal, no, espera. – Dije preocupado.
    
    – Esta bien, sí, me sentí incomodo de recibir estos hermosos girasoles, es que no sé… – Nervioso al ver su linda mirada fijada en mí.
    
    – No sabes ¿qué? – Me miraba atento.
    
    – No sé qué quieras tú conmigo, es eso. – Hablaba siendo directo.
    
    – ¿Qué buscas, qué quieres? – Cuestionaba viéndolo muy detalladamente.
    
    – Es eso, ¿de verdad quieres saber? – Aníbal seriamente habló.
    
    – Sí, sí, quiero saber. – Le respondí con mucha angustia y nervioso por lo que fuese a suceder.
    
    – Te lo voy a decir, pero aquí no es lugar para hacerlo, ven. – Aníbal se levantaba de la silla y me extendía la mano.
    
    – Ven, ahí deja los girasoles, pero ven, anda. – Aníbal me miraba fijamente y con su mano insistía que la tomara.
    
    – Bien, vamos, ¿pero a dónde? – Tomaba su mano ...
    ... levantado.
    
    – Vamos por aquí, ven. – Aníbal me llevaba atravesando la pista.
    
    Él al ver a uno de los meseros le decía.
    
    – Oye, un favor, esa mesa mantenla apartada, los girasoles ponlos en agua y de favor tráeme dos cervezas. – Me volteaba a ver. – ¿Te gusta la cerveza?
    
    – Pues no mucho, pero sí tomo. – Respondí confuso.
    
    – Bien, que sean cuatro cervezas claras, ¿podrías subirlas? – Aníbal amablemente decía.
    
    – Sí, sí está bien Aníbal, ¿algo más? – El mesero amablemente.
    
    – Y unas botanas por favor, las subes, gracias. – Él le respondía.
    
    Aníbal me sujetaba bien la mano y avanzábamos, cruzábamos la pesada cortina negra divisora y pasábamos por un pasillo como de cuatro metros de ancho y llegando a una puerta, él sacaba sus llaves, abría la llave y volteaba un letrero que decía: β€œHay gente, favor de esperar”; él me soltaba la mano diciendo.
    
    – Después de ti.
    
    – ¿A dónde vamos? – Preguntaba confuso.
    
    – Sube las escaleras, confía en mí. – Aníbal me decía con tono suave.
    
    Nervioso y ahora confundido con desconfianza, subí las escaleras poco a poco, Aníbal cerraba la puerta y acomodándose su prótesis comenzaba a subir las escaleras.
    
    – ¿Puedes subir escaleras?, ¿no quieres que te ayude? – Al verlo, preguntaba mientras me detenía en el escalón diez.
    
    – Sí, sí puedo, tranquilo lindo, sube, sube hasta el último descanso, te sigo. – Aníbal me hablaba siendo muy amable, se sonreía y yo continuaba subiendo.
    
    No muy convencido continúe por las escaleras; en mi ...
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