Follando con mi pasado - Relatos Eróticos

Follando con mi pasado

... seguido se desabrochó el sujetador, dejando sus grandes tetas a la altura de mi cara. Aunque intenté contenerme, no pude evitar tocárselas. Ella se mostró satisfecha y me agarró para colocar mi cabeza entre sus pechos, desatando por completo mi locura.

Aunque María no tenía ese cuerpazo cuando me enamoré de ella, comerle las tetas fue como cumplir una fantasía de toda la vida. Sostuve sus duros pezones entre mis labios, incluso entre los dientes, y los lamí con desesperación. Ella me acariciaba el pelo y meneaba sus caderas, a sabiendas de que tenía justo debajo mi polla completamente erecta.

Tras un buen rato comiéndole los pechos decidí que había llegado el momento de besarla, eso con lo que tantas veces había soñado cuando era un niño, solo que por entonces no imaginaba que me metería la lengua hasta la garganta. Se cambió de posición, sentándose a horcajadas sobre mí, pero sin dejar de frotar su sexo contra el mío, solo separados por la ropa.

No me conocía a mí mismo, estaba completamente desatado, dispuesto a follármela ahí mismo. María se levantó y di por hecho que quería que se la metiera, pero entonces se colocó de rodillas y comenzó a bajarme los pantalones. Aun sabiendo cuáles eran sus intenciones, me sentí incapaz de pedirle que parara.

Muy lentamente, María se introdujo mi verga entera en la boca. Fue ...

... cubriendo cada milímetro con su saliva, desde la punta hasta llegar al tronco y empezar a mover su cuello de arriba hacia abajo con la misma sutilidad. No pude evitar agarrarla con fuerza del pelo, de esa melena rizada que tanto me había gustado desde niño.

Sus gruesos labios circundaban mi tranca y succionaba de forma muy placentera, era evidente que tenía mucha experiencia haciendo mamadas. Me miraba a los ojos de manera lasciva y yo seguía sin poder creerme que estuviese haciendo eso justo con ella. No podía negar que me daba bastante morbo también el hecho de que me estuviera comiendo la polla la novia de Javier.

Intentaba no hacer ruido, pero me estaba dando tanto placer que no podía evitar jadear. Todo se intensificó cuando comenzó a lamerme los huevos y sentí que ya estaba al borde del orgasmo. Me aferré aún con más fuerza a su pelo y ella comenzó a engullir a toda velocidad. Ese cambio de ritmo hizo que ya no aguantara más y me corrí a lo bestia dentro de su boca.

- Perdona, tenía que haberte avisado.

- Tranquilo, eso es justo lo que quiero, que te sueltes.

- Vale, pero tengo que irme antes de que Alicia se despierte.

- En el vagón de delante hay dos asientos libres, te espero dentro de una hora.

- Es una locura, María.

- De alguna manera tendremos que entretenernos en un viaje tan largo.

Continuará...