1. Un mal día (3 de 6)


    Fecha: 05/08/2024, Categorías: Sexo en Grupo Autor: SexNonVerba, Fuente: CuentoRelatos

    ... y empezó a deslizarlos sobre mis labios… ¿Cuánto más me iba a dejar humillar por ese viejo? ¿Por qué no me había largado inmediatamente de allí? El viejo me pasaba lentamente la yema de sus dedos por la cara interna de mis labios. Sentía mi propio sabor mezclarse con mi saliva. En lugar de irme comencé a lamerlos con la punta de la lengua. Tenían un sabor suave y levemente salino. Engullí ambos dedos en mi boca y comencé a succionar sin dejar de lamer… Despacio… Una, dos, tres veces. Lo miré a los ojos y vi su expresión de lujuria… Quería que el viejo se enterara de lo bien que sabía chuparla. Pero eso era todo. Después di un paso atrás y saqué mi tanga del lado derecho de su esmoquin. La mano con el billete seguía a la altura de mi vista. Entonces se lo arrebaté y salí de la habitación sin despedirme.
    
    Cuando el ascensor llegó al lobby, vi el Peugeot de Emiliano estacionado en la puerta. Me estaba esperando.
    
    Subí al auto sin mirarlo. Estaba furiosa.
    
    —¿Fuiste? —me preguntó.
    
    Como única respuesta la arrojé la tanga sobre la cara. Él la cogió con calma, se la llevó a la boca y pasó la lengua por la parte más delgada de la tela, la que desaparece entre las nalgas.
    
    Yo no quería mirar. No quería hablar. No quería estar allí. Solo mantenía mi puño apretado sobre el billete de cien. Me lo había ganado.
    
    Fuimos hasta la residencia sin hablarnos. Allí me bajé sin despedirlo. Nunca me preguntó qué había pasado en la habitación del viejo, y nunca se lo conté.
    
    Estuve ...
    ... una semana sin responder sus llamados. Realmente no sabía si quería volver con él. Me daba miedo estar con un tipo así. No estaba dispuesta a jugar tan al límite. Pero también me preocupaba encarar el último año de carrera sin contar con su apoyo. Además, él nunca me había exigido nada hachándome en cara toda la ayuda que me brindaba. Él nunca jugó esa carta para pedirme favores ni someterme a sus caprichos. En ese sentido, siempre había sido muy generoso conmigo.
    
    La cuestión finalmente se resolvió unos días después, cuando me vino a buscar a la facultad, a la salida de un examen. Me invitó a almorzar y allí me propuso que me mudara con él a su departamento y que dejara de trabajar para poder dedicarme full time a terminar la universidad. Nunca mencionó ni preguntó nada de lo que había pasado en la fiesta. Esa misma semana dejé la residencia y empezamos a convivir. A él lo nombraron jefe del servicio de anestesiología esa misma semana. Nunca volvimos a tocar el tema.
    
    Finalmente llegué al estacionamiento subterráneo de GlobaliaTech. Estacioné el Etios de mi vecino en el primer lugar libre que encontré. Me miré al espejo del parasol: todo impecable. Había tenido tiempo de pasarme el brillo labial y el rímel durante el camino. Antes de apagar el motor quise ver lo que venía evitando durante el viaje: el reloj del tablero. Marcaba las 9:22am. El panorama no era bueno, estaba llegando casi media hora tarde a una entrevista clave con el CEO de una multinacional. Ah, y sin ...