Amor inesperado de una joven casada - Relatos Eróticos

Amor inesperado de una joven casada

... arreglada, por lo que me decanté por un sencillo vestido azul que hacía tiempo que no me ponía. Me recogí el pelo en una coleta y salí de casa. Nada más cerrar la puerta tuve que volver adentro a coger una botella de vino que quería llevarles por el detalle de invitarme. Entré, la cogí sobre la mesa de la cocina y volví a salir.

Me abrió Carmen y me saludó con dos besos.

- Que guapa estás! – me miraba con alegría – Pasa, por favor.

- Tú también estás muy guapa – le ofrecí la botella – Traje este vino que tenia en casa. Espero que os guste.

- No hacía falta que trajeras nada, mujer – contestó agarrando la botella – Ven.

Al ir hacia el salón y pasar por la cocina, vi que Eduardo estaba en ella cortando pan.

- Hola, Eduardo – lo saludé desde la puerta – Que tal está?

- Hola, Mónica – contestó y se acercó a darme dos besos – Gracias por venir.

- Gracias a vosotros por invitarme.

- Estás muy guapa.

- Usted también – le contesté – Tan elegante como siempre.

Eduardo es el típico hombre mayor que siempre va elegantemente vestido. Aquella camisa azul con los pantalones de pinzas de color beige le quedaban perfectos.

Me dieron a elegir donde sentarme y escogí la silla pegada a la pared. Carmen y Eduardo se sentaron frente a mi. Ambos eran buenos conversadores y el tiempo pasaba volando escuchando sus historias de jóvenes y cosas de su día a día. Eran unos perfectos anfitriones y hacían buena pareja a pesar de llevarse quince años entre ellos.

- ...

... Que envidia me da veros – les dije dando un trago a mi segundo vino – Envidia buena, eh! Ojalá Javier y yo cuando tengamos vuestra edad estemos así de bien.

- No todo es tan perfecto – dijo Carmen – También pasamos épocas malas. Verdad, cariño? – dijo mirando a su marido.

- Claro – le respondió él pasando el brazo por sus hombros y besándola en la mejilla – Cuando viajaba no era nada fácil. Tú que tal llevas que Javier no esté? – me preguntó.

- Bueno – contesté poniendo cara de circunstancias – No demasiado bien por eso os estoy agradecida por la invitación de cenar con vosotros. Los fines de semana es lo peor.

- Ya te dije que tienes que quedar con tus amigas – me dijo Carmen – Salir a bailar, al cine…

- Ya – le contesté.

Sabía que tenía razón pero mis amigas eran más de salir, beberse unas copas, bailar con chicos y a mi aquello me parecía demasiado superficial e incluso peligroso.

- Bailar bailo en casa mientras paso la aspiradora – sonreí – Y el cine me gusta pero bueno , veo películas los fines de semana en casa tranquila.

- Te gusta bailar? – me preguntó Eduardo.

- Me gusta mucho pero reconozco que me da vergüenza bailar en una discoteca y sentirme observada.

- Pues que sepas que aquí..,- me dijo Carmen señalando con la barbilla a su marido – es un bailarín de cuidado.

- Ah, si ?

- Siempre me gustó mucho bailar – me dijo sirviendo otra copa de vino para los tres.

Al terminar los cafés, Eduardo se levantó y lo vi abriendo una puerta ...