Amor inesperado de una joven casada - Relatos Eróticos

Amor inesperado de una joven casada

... bese tu cuerpo? – me dijo al notarme excitada.

- Si, por favor – le dije mirándolo a los ojos.

Y es que mientras me besaba la boca con tanta destreza no podía evitar pensar como sería sentir esos besos por mi cuerpo.

…..

Me desperté desconcertada sin saber dónde estaba. Al escuchar la respiración profunda al lado de mi, me di cuenta que estaba en la cama de Eduardo y Carmen. Me había quedado dormida abrazada a él mientras en silencio me recuperaba del enésimo orgasmo que ese hombre me había hecho alcanzar. Un orgasmo que había sentido cuando su polla había explotado dentro de mi inundando mi vientre con su semen. Jamás había sentido mi útero regado de esa manera y sentir aquellos chorros sobre él me había llevado a un placer incomparable.

Llevé mi mano entre las piernas y su semen se deslizaba todavía por mis nalgas.

Sin hacer ruido me levanté de la cama y salí de la habitación para ir al baño a limpiarme. No sabía que hora era y me acerqué al salón despacio. Estaba todo oscuro y conseguí llegar a tientas hasta el sofá donde había dejado mi bolso. Allí estaba y saqué el móvil para ver la hora. Eran las cinco de la mañana.

Desconcertada me senté en el sofá. No entendía cómo había podido pasar todo aquello y pensé en Carmen. Lo último que quería era que pudiera sentirse mal conmigo.

Por otras veces que había estado en aquel piso, sabía que tenían una habitación de invitados y me imaginé que estaría allí dormida. Me levanté del sofá y me acerqué a esa ...

... habitación. Tenía la puerta abierta y gracias a la poca luz que entraba de alguna farola de la calle, la vi en la cama dormida. No sabía que hacer, si irme a la otra habitación a seguir durmiendo con Eduardo o vestirme e irme para mi piso. Al girarme para dejarla seguir durmiendo el suelo crujió.

- Mónica, eres tú? – la voz de Carmen me sobresaltó.

- Si, soy yo – le contesté apenada por mi torpeza – Perdona que te haya despertado.

- No pasa nada, cariño.

Que me dijera ese cariño me alivió, era señal de que no estaba enfadada conmigo.

- Ven, acércate – me dijo y vi su sombra incorporándose.

- Carmen, es que estoy desnuda.

- Aquí no se ve nada, no te preocupes.

Me acerqué a la cama con pasos lentos y me senté a su lado. Me quedé quieta y callada sin saber que decirle.

- Que tal estás, corazón? – apenas podía ver la silueta de su cara dirigida hacia mi.

- Bien…no se…

- Tranquila…- su mano acarició mi cara – Es normal que te sientas rara.

- Carmen…yo … - necesitaba abrazarla y apoyé mi cara en su hombro – No entiendo cómo ha pasado esto.

- Cielo, estás muy falta de cariño – me hablaba con dulzura – La ausencia de tu marido es un infierno para alguien tan cariñosa como tú.

- Cuando me desperté pensaba si estarías enfadada conmigo.

- No, claro que no! – me dio un beso en la cara – Eres una chica maravillosa y que hay más bonito que dar cariño a quien lo necesita?

- Gracias – le dije – Sois muy buenos conmigo.

No quería abusar de su ...